La iglesia inició el Día de Pentecostés, cincuenta días después de la pascua, cuando Jesús murió y resucitó. La palabra que se traduce como "iglesia", viene de dos palabras griegas que juntas quieren decir "llamados del mundo para Dios". La palabra se utiliza en toda la Biblia, para referirse a todos aquellos que han nacido de nuevo (Juan 3:3), por medio de la fe en la muerte y resurrección de Jesús (Romanos 10:9-10). La palabra iglesia, cuando se usa para hacer referencia a todos los creyentes de todo el mundo, es un sinónimo de la expresión cuerpo de Cristo (Efesios 1:22-23; Colosenses 1:18).
La palabra iglesia aparece por primera vez en Mateo 16, cuando Jesús le dice a Pedro, "sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (versículo 18). La "roca" aquí es la declaración que había hecho Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (versículo 16). Esa verdad acerca de Jesús, es el fundamento de la iglesia que ha florecido durante más de dos mil años. Todo aquel que toma esa verdad y la convierte en el fundamento de su propia vida, se convierte en un miembro de la iglesia de Jesús (Hechos 16:31).
Las palabras de Jesús, "edificaré mi iglesia", fueron un anuncio previo de lo que iba a suceder cuando Él envió al Espíritu Santo para morar en los creyentes (Juan 15:26-27; 16:13). Aun así, Jesús tuvo que someterse a la cruz y experimentar la resurrección. Aunque los discípulos entendieron parcialmente, aún no se había dado el cumplimiento de todo lo que Jesús había venido a hacer. Después de Su resurrección, Jesús no iba a permitir que Sus seguidores empezaran la obra que Él les había asignado de hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28:19-20), hasta tanto no viniera el Espíritu Santo (Hechos 1:4-5).
En el libro de los Hechos se detalla los inicios de la iglesia y su milagrosa extensión a través del poder del Espíritu Santo. Diez días después que Jesús ascendió al cielo (Hechos 1:9), el Espíritu Santo fue derramado sobre 120 seguidores de Jesús que habían esperado y orado (Hechos 1:15; 2:1-4). Los mismos discípulos que habían temblado de temor por ser identificado con Jesús (Marcos 14:30, 50), de repente fueron empoderados para proclamar con denuedo el evangelio del Mesías resucitado, confirmando Su mensaje con señales y prodigios (Hechos 2:4, 38-41; 3:6-7; 8:7). Miles de judíos de todas partes del mundo habían ido a Jerusalén para la fiesta de pentecostés. Estando allí, escucharon el evangelio en su propia lengua (Hechos 2:5-8), y muchos creyeron (Hechos 2:41; 4:4). Aquellos que fueron salvos fueron bautizados y muchos se añadían todos los días a la iglesia. Cuando se desató la persecución, los creyentes fueron dispersados, llevando consigo el mensaje del evangelio, y la iglesia se extendió rápidamente en todos los lugares conocidos de la tierra (Hechos 8:4; 11:19-21).
El comienzo de la iglesia involucró a los judíos en Jerusalén; sin embargo, la iglesia pronto se extendió a otros grupos de personas. Los samaritanos fueron evangelizados por Felipe en Hechos 8. En Hechos 10, Dios le dio una visión a Pedro, que le ayudó a entender que el mensaje de salvación no estaba limitado solamente a los judíos, sino que estaba disponible a todo aquel que creyera (Hechos 10:34-35, 45). La salvación del etíope eunuco (Hechos 8:26-39) y de Cornelio el centurión italiano (Hechos 10), convenció a los creyentes judíos, que la iglesia de Dios era mucho más amplia de lo que ellos habían imaginado. El llamado milagroso de Pablo en el camino a Damasco (Hechos 9:1-19), preparó el escenario para una mayor difusión del evangelio a los gentiles (Romanos 15:16; 1 Timoteo 2:7).
Las palabras proféticas de Jesús a Pedro antes de la crucifixión, han demostrado ser ciertas. A pesar de la persecución y que "las puertas del Hades" han luchado contra ella, la iglesia sólo crece más fuerte. Apocalipsis 7:9 proporciona una visión de la iglesia como Dios diseñó que fuera: "Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero". La iglesia que Jesús inició, continuará hasta el día en que Él venga por nosotros (Juan 14:3; 1 Tesalonicenses 4:16-17), y estaremos unidos con Él para siempre como Su esposa (Efesios 5:27; 2 Corintios 11:2; Apocalipsis 19:7).
Respuesta:
si
Explicación:
espero k te sirva esta respuesta
Respuesa:
La iglesia inició el Día de Pentecostés, cincuenta días después de la pascua, cuando Jesús murió y resucitó. La palabra que se traduce como "iglesia", viene de dos palabras griegas que juntas quieren decir "llamados del mundo para Dios". La palabra se utiliza en toda la Biblia, para referirse a todos aquellos que han nacido de nuevo (Juan 3:3), por medio de la fe en la muerte y resurrección de Jesús (Romanos 10:9-10). La palabra iglesia, cuando se usa para hacer referencia a todos los creyentes de todo el mundo, es un sinónimo de la expresión cuerpo de Cristo (Efesios 1:22-23; Colosenses 1:18).
La palabra iglesia aparece por primera vez en Mateo 16, cuando Jesús le dice a Pedro, "sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (versículo 18). La "roca" aquí es la declaración que había hecho Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (versículo 16). Esa verdad acerca de Jesús, es el fundamento de la iglesia que ha florecido durante más de dos mil años. Todo aquel que toma esa verdad y la convierte en el fundamento de su propia vida, se convierte en un miembro de la iglesia de Jesús (Hechos 16:31).
Las palabras de Jesús, "edificaré mi iglesia", fueron un anuncio previo de lo que iba a suceder cuando Él envió al Espíritu Santo para morar en los creyentes (Juan 15:26-27; 16:13). Aun así, Jesús tuvo que someterse a la cruz y experimentar la resurrección. Aunque los discípulos entendieron parcialmente, aún no se había dado el cumplimiento de todo lo que Jesús había venido a hacer. Después de Su resurrección, Jesús no iba a permitir que Sus seguidores empezaran la obra que Él les había asignado de hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28:19-20), hasta tanto no viniera el Espíritu Santo (Hechos 1:4-5).
En el libro de los Hechos se detalla los inicios de la iglesia y su milagrosa extensión a través del poder del Espíritu Santo. Diez días después que Jesús ascendió al cielo (Hechos 1:9), el Espíritu Santo fue derramado sobre 120 seguidores de Jesús que habían esperado y orado (Hechos 1:15; 2:1-4). Los mismos discípulos que habían temblado de temor por ser identificado con Jesús (Marcos 14:30, 50), de repente fueron empoderados para proclamar con denuedo el evangelio del Mesías resucitado, confirmando Su mensaje con señales y prodigios (Hechos 2:4, 38-41; 3:6-7; 8:7). Miles de judíos de todas partes del mundo habían ido a Jerusalén para la fiesta de pentecostés. Estando allí, escucharon el evangelio en su propia lengua (Hechos 2:5-8), y muchos creyeron (Hechos 2:41; 4:4). Aquellos que fueron salvos fueron bautizados y muchos se añadían todos los días a la iglesia. Cuando se desató la persecución, los creyentes fueron dispersados, llevando consigo el mensaje del evangelio, y la iglesia se extendió rápidamente en todos los lugares conocidos de la tierra (Hechos 8:4; 11:19-21).
El comienzo de la iglesia involucró a los judíos en Jerusalén; sin embargo, la iglesia pronto se extendió a otros grupos de personas. Los samaritanos fueron evangelizados por Felipe en Hechos 8. En Hechos 10, Dios le dio una visión a Pedro, que le ayudó a entender que el mensaje de salvación no estaba limitado solamente a los judíos, sino que estaba disponible a todo aquel que creyera (Hechos 10:34-35, 45). La salvación del etíope eunuco (Hechos 8:26-39) y de Cornelio el centurión italiano (Hechos 10), convenció a los creyentes judíos, que la iglesia de Dios era mucho más amplia de lo que ellos habían imaginado. El llamado milagroso de Pablo en el camino a Damasco (Hechos 9:1-19), preparó el escenario para una mayor difusión del evangelio a los gentiles (Romanos 15:16; 1 Timoteo 2:7).
Las palabras proféticas de Jesús a Pedro antes de la crucifixión, han demostrado ser ciertas. A pesar de la persecución y que "las puertas del Hades" han luchado contra ella, la iglesia sólo crece más fuerte. Apocalipsis 7:9 proporciona una visión de la iglesia como Dios diseñó que fuera: "Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero". La iglesia que Jesús inició, continuará hasta el día en que Él venga por nosotros (Juan 14:3; 1 Tesalonicenses 4:16-17), y estaremos unidos con Él para siempre como Su esposa (Efesios 5:27; 2 Corintios 11:2; Apocalipsis 19:7).
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