La globalización surgida y desarrollada en el siglo XX como un proceso no sólo económico, sino también tecnológico, político y cultural que logró una profunda interdependencia entre distintos países del mundo, está siendo enfrentada por un nacionalismo que apela a las diferencias de raza, de entidad, de origen, de lengua, de religión y de costumbres; y que pone en evidencia una profunda desigualdad entre países y al interior de los mismos.
La profundización y la interdependencia de los mercados, sociedades y culturas que demandaron transformaciones sociales, económicas y políticas a 25 años no trajo ni una sociedad homogénea, ni el crecimiento esperado ni enterró identidades y agravios que parecen resurgir en el mundo.
Aquel gran mercado que apelaba a los consumidores llama ahora a una ciudadanía que apela a la identidad, utiliza su poder sólo como consumidor y reacciona ante un modelo que sin duda le ha quedado a deber, al igual que sus autoridades.
Explicación:
La globalización surgida y desarrollada en el siglo XX como un proceso no sólo económico, sino también tecnológico, político y cultural que logró una profunda interdependencia entre distintos países del mundo, está siendo enfrentada por un nacionalismo que apela a las diferencias de raza, de entidad, de origen, de lengua, de religión y de costumbres; y que pone en evidencia una profunda desigualdad entre países y al interior de los mismos.
La profundización y la interdependencia de los mercados, sociedades y culturas que demandaron transformaciones sociales, económicas y políticas a 25 años no trajo ni una sociedad homogénea, ni el crecimiento esperado ni enterró identidades y agravios que parecen resurgir en el mundo.
Aquel gran mercado que apelaba a los consumidores llama ahora a una ciudadanía que apela a la identidad, utiliza su poder sólo como consumidor y reacciona ante un modelo que sin duda le ha quedado a deber, al igual que sus autoridades.