Los hunos (latín vulgar: huni; también como chuni; griego medieval: Oúnnoi / Οὕννοι), constituyeron una confederación de pueblos nómadas y seminómadas, a partir de varias ramas étnicas procedentes del área esteparia, junto con grupos conquistados o asimilados en el área balcánica. La importancia de los hunos estriba en la creación tardía de un auténtico aparato de poder, capaz de rivalizar, en atribuciones e influencias, con las dos mitades escindidas del Imperio Romano, amenazando al mismo tiempo tanto a Constantinopla como a Roma. A ello, debemos sumarle la repetida reincidencia de los historiadores desde el siglo XVIII, encabezados por Edward Gibbon, que tomando como testigo los primeros testimonios en las fuentes clásicas desde Amiano Marcelino, consideraban a los hunos como el verdadero punto desde el cual se habría producido el llamado período de las grandes migraciones, precipitando de forma paulatina el colapso y caída final del Imperio Romano de Occidente en el 476,1 al mismo tiempo que el propio Imperio Romano de Oriente mantuvo una difícil situación en todos sus dominios europeos, llegando a perder su autoridad en partes significativas de los mismos, especialmente en la zona tracia, donde se concentraba gran parte de los ostrogodos hasta su marcha a Italia a finales del siglo V d.C.
Paralelamente a esta noción tradicional sobre el papel histórico de los hunos, se debe hacer necesariamente una división sociopolítica en torno a su propia evolución, advertida a través de las fuentes documentales desde el propio Amiano Marcelino: así, un estatus inicial de los hunos, pasa por ser una horda pujante, expansiva y amenazante hacia sus vecinos situados en las estepas occidentales o pónticas, erigiéndose en este estatus original, como una confederación nómada al uso, distinguiéndose una figura jerárquica o líder de la misma, acompañado de una red clientelar, adláteres y ciertos estratos superiores. Un segunda etapa, la constituye ya su reubicación y asentamiento a lo largo de las estepas, proyectando núcleos de estacionamiento temporal, e incluso observándose ya una figura regia, comparable a la idea del reiks (rex) germánico, lo que evidencia una perpetuidad o línea de sucesión hereditaria, semejante al funcionamiento de un estado o dominio señorial. Esta distinción es sumamente importante, de cara a tener en cuenta los cambios notorios que los hunos experimentaron desde su aparición en el escenario europeo a finales del siglo IV d.C. y su repliegue generalizado hacia las estepas y la pérdida de su poder ya a mitad del siglo V d.C., en tan sólo unas décadas.
Los hunos, constituyeron una confederación de pueblos nómadas y seminómadas, a partir de varias ramas étnicas procedentes del área esteparia, junto con grupos conquistados o asimilados en el área balcánica.
Los hunos (latín vulgar: huni; también como chuni; griego medieval: Oúnnoi / Οὕννοι), constituyeron una confederación de pueblos nómadas y seminómadas, a partir de varias ramas étnicas procedentes del área esteparia, junto con grupos conquistados o asimilados en el área balcánica. La importancia de los hunos estriba en la creación tardía de un auténtico aparato de poder, capaz de rivalizar, en atribuciones e influencias, con las dos mitades escindidas del Imperio Romano, amenazando al mismo tiempo tanto a Constantinopla como a Roma. A ello, debemos sumarle la repetida reincidencia de los historiadores desde el siglo XVIII, encabezados por Edward Gibbon, que tomando como testigo los primeros testimonios en las fuentes clásicas desde Amiano Marcelino, consideraban a los hunos como el verdadero punto desde el cual se habría producido el llamado período de las grandes migraciones, precipitando de forma paulatina el colapso y caída final del Imperio Romano de Occidente en el 476,1 al mismo tiempo que el propio Imperio Romano de Oriente mantuvo una difícil situación en todos sus dominios europeos, llegando a perder su autoridad en partes significativas de los mismos, especialmente en la zona tracia, donde se concentraba gran parte de los ostrogodos hasta su marcha a Italia a finales del siglo V d.C.
Paralelamente a esta noción tradicional sobre el papel histórico de los hunos, se debe hacer necesariamente una división sociopolítica en torno a su propia evolución, advertida a través de las fuentes documentales desde el propio Amiano Marcelino: así, un estatus inicial de los hunos, pasa por ser una horda pujante, expansiva y amenazante hacia sus vecinos situados en las estepas occidentales o pónticas, erigiéndose en este estatus original, como una confederación nómada al uso, distinguiéndose una figura jerárquica o líder de la misma, acompañado de una red clientelar, adláteres y ciertos estratos superiores. Un segunda etapa, la constituye ya su reubicación y asentamiento a lo largo de las estepas, proyectando núcleos de estacionamiento temporal, e incluso observándose ya una figura regia, comparable a la idea del reiks (rex) germánico, lo que evidencia una perpetuidad o línea de sucesión hereditaria, semejante al funcionamiento de un estado o dominio señorial. Esta distinción es sumamente importante, de cara a tener en cuenta los cambios notorios que los hunos experimentaron desde su aparición en el escenario europeo a finales del siglo IV d.C. y su repliegue generalizado hacia las estepas y la pérdida de su poder ya a mitad del siglo V d.C., en tan sólo unas décadas.
Los hunos, constituyeron una confederación de pueblos nómadas y seminómadas, a partir de varias ramas étnicas procedentes del área esteparia, junto con grupos conquistados o asimilados en el área balcánica.