Los argumentos basados en el conocimiento (o en la experiencia) se fundamentan en la información, en los datos. De esta manera, usaremos argumentos basados en los datos cuando seamos expertos en un tema o cuando dispongamos de la suficiente experiencia o información acerca de dicho tema para reforzar nuestras ideas.
Si queremos usarlos con éxito, debemos basarnos en argumentos reales y realistas (es decir, no inventar una experiencia), sino explicar la realidad tal como sucedió (en el caso de la experiencia) o argumentar con información detallada de lo que conocemos.
2. Basados en los ejemplos
Este tipo de argumentos se basa en los ejemplos. Es decir, directamente nuestros argumentos pasan a ser ejemplos de algo que demuestre nuestra idea o que la refuerce. Para utilizarlos con éxito, lo ideal es enumerar dos o tres como máximo, pero sin saturar al oyente (ya que además, podríamos perder credibilidad).
3. Basados en descripciones
Cuando utilizamos argumentos basados en descripciones (argumentos descriptivos) utilizamos la descripción como herramienta fundamental en nuestro discurso. Es decir, intentamos convencer al oyente de que debe pensar de una determinada manera a través del uso de imágenes descriptivas, situaciones, etc., siempre descritas con detalle (eso sí, tienen que guardar relación directa con el tema que tratamos).
Se pueden utilizar para acompañar los argumentos basados en los ejemplos, por ejemplo.
4. Basados en la autoridad
Los siguientes tipos de argumentos se basan en la autoridad. ¿Qué quiere decir esto? Que para defender nuestras ideas, utilizamos argumentos de profesionales en el ámbito, o de testimonios directos que conocen bien la temática en cuestión.
Este tipo de argumentos también puede incluir el uso de frases célebres o citas (pero no deben ser anónimas, sino que deben haberlas dicho personas referentes o expertas en el tema). Para usar con éxito estos tipos de argumentos, estas frases tienen que tener coherencia con el tema en cuestión, y además, ser frases que apoyen nuestras opiniones o ideas.
5. Basados en las definiciones
Los argumentos basados en las definiciones se sustentan, lógicamente, en estas. Estos incluyen: definiciones de conceptos, de ideas, explicaciones de para qué sirven ciertas cosas, etc. Es importante que utilicemos definiciones actualizadas y que realmente describan lo que estamos defendiendo (debemos ir con cuidado, ya que algunas palabras tienen múltiples definiciones).
6. Basados en la mayoría
Estos tipos de argumentos se basan, fundamentalmente, en lo que opina la mayoría de la gente (idealmente, gente que conoce la temática en cuestión o que está familiarizada con ella). Se trata de una forma de aludir al sentido común, y a la probabilidad de que lo que decimos es cierto “porque muchas personas piensan así”.
No siempre nos puede resultar útil, ya que lo que piensa la mayoría no tiene por qué ser siempre cierto. Además, debemos acompañarlo de una argumentación, no podemos basarnos simplemente en decir “todos lo piensan así”, sino que debemos añadir una explicación (contestando a: “¿por qué todo el mundo lo piensa así?”).
Es por ello que este tipo de argumento debemos utilizarlo en combinación con otros tipos de argumentos más “potentes”.
7. Argumentos a favor
Este tipo de argumentos refuerzan nuestras ideas, ya que están en la línea de lo que decimos (por ejemplo: “hacer deporte es bueno para el estado de ánimo porque aumenta nuestros niveles de endorfinas”). Es decir, son afirmaciones o negaciones que confirman nuestra hipótesis.
8. Argumentos en contra
De forma contraria, los argumentos en contra refutan las ideas del “contricante” en el debate (permiten “descartar” su hipótesis). También pueden ser argumentos que refuercen nuestras ideas (por ejemplo: si defendemos los derechos de los animales y decimos que estar encerrados no es bueno para su salud).
Así, tienen la finalidad de remarcar las desventajas (o los puntos débiles) de ciertas acciones o ideas.
9. Basados en los valores
Estos tipos de argumentos, basados en los valores, se centran en la moral o la ética. Es decir, en lo que es “correcto” o “incorrecto” desde el punto de vista ético. Por ejemplo, sería decir que: “discriminar a las personas por su color de piel es injusto”.
Así, se fundamentan en valores como: la igualdad, la justicia, los derechos fundamentales, la dignidad, la libertad (por ejemplo la libertad de expresión), etc.
10. Argumentos de causa-efecto
Finalmente, los argumentos de causa-efecto son del tipo: “si fumas mucho, tendrás más posibilidades de padecer cáncer de pulmón”. Es decir, exponen una causa y una consecuencia.
Para utilizarlos con éxito, debemos aludir a consecuencias reales y probables de dicha causa. Además, si las consecuencias (efectos) son impactantes, causarán más efecto en el oyente (o “contrincante”).
Respuesta:
1. Basados en el conocimiento
Los argumentos basados en el conocimiento (o en la experiencia) se fundamentan en la información, en los datos. De esta manera, usaremos argumentos basados en los datos cuando seamos expertos en un tema o cuando dispongamos de la suficiente experiencia o información acerca de dicho tema para reforzar nuestras ideas.
Si queremos usarlos con éxito, debemos basarnos en argumentos reales y realistas (es decir, no inventar una experiencia), sino explicar la realidad tal como sucedió (en el caso de la experiencia) o argumentar con información detallada de lo que conocemos.
2. Basados en los ejemplos
Este tipo de argumentos se basa en los ejemplos. Es decir, directamente nuestros argumentos pasan a ser ejemplos de algo que demuestre nuestra idea o que la refuerce. Para utilizarlos con éxito, lo ideal es enumerar dos o tres como máximo, pero sin saturar al oyente (ya que además, podríamos perder credibilidad).
3. Basados en descripciones
Cuando utilizamos argumentos basados en descripciones (argumentos descriptivos) utilizamos la descripción como herramienta fundamental en nuestro discurso. Es decir, intentamos convencer al oyente de que debe pensar de una determinada manera a través del uso de imágenes descriptivas, situaciones, etc., siempre descritas con detalle (eso sí, tienen que guardar relación directa con el tema que tratamos).
Se pueden utilizar para acompañar los argumentos basados en los ejemplos, por ejemplo.
4. Basados en la autoridad
Los siguientes tipos de argumentos se basan en la autoridad. ¿Qué quiere decir esto? Que para defender nuestras ideas, utilizamos argumentos de profesionales en el ámbito, o de testimonios directos que conocen bien la temática en cuestión.
Este tipo de argumentos también puede incluir el uso de frases célebres o citas (pero no deben ser anónimas, sino que deben haberlas dicho personas referentes o expertas en el tema). Para usar con éxito estos tipos de argumentos, estas frases tienen que tener coherencia con el tema en cuestión, y además, ser frases que apoyen nuestras opiniones o ideas.
5. Basados en las definiciones
Los argumentos basados en las definiciones se sustentan, lógicamente, en estas. Estos incluyen: definiciones de conceptos, de ideas, explicaciones de para qué sirven ciertas cosas, etc. Es importante que utilicemos definiciones actualizadas y que realmente describan lo que estamos defendiendo (debemos ir con cuidado, ya que algunas palabras tienen múltiples definiciones).
6. Basados en la mayoría
Estos tipos de argumentos se basan, fundamentalmente, en lo que opina la mayoría de la gente (idealmente, gente que conoce la temática en cuestión o que está familiarizada con ella). Se trata de una forma de aludir al sentido común, y a la probabilidad de que lo que decimos es cierto “porque muchas personas piensan así”.
No siempre nos puede resultar útil, ya que lo que piensa la mayoría no tiene por qué ser siempre cierto. Además, debemos acompañarlo de una argumentación, no podemos basarnos simplemente en decir “todos lo piensan así”, sino que debemos añadir una explicación (contestando a: “¿por qué todo el mundo lo piensa así?”).
Es por ello que este tipo de argumento debemos utilizarlo en combinación con otros tipos de argumentos más “potentes”.
7. Argumentos a favor
Este tipo de argumentos refuerzan nuestras ideas, ya que están en la línea de lo que decimos (por ejemplo: “hacer deporte es bueno para el estado de ánimo porque aumenta nuestros niveles de endorfinas”). Es decir, son afirmaciones o negaciones que confirman nuestra hipótesis.
8. Argumentos en contra
De forma contraria, los argumentos en contra refutan las ideas del “contricante” en el debate (permiten “descartar” su hipótesis). También pueden ser argumentos que refuercen nuestras ideas (por ejemplo: si defendemos los derechos de los animales y decimos que estar encerrados no es bueno para su salud).
Así, tienen la finalidad de remarcar las desventajas (o los puntos débiles) de ciertas acciones o ideas.
9. Basados en los valores
Estos tipos de argumentos, basados en los valores, se centran en la moral o la ética. Es decir, en lo que es “correcto” o “incorrecto” desde el punto de vista ético. Por ejemplo, sería decir que: “discriminar a las personas por su color de piel es injusto”.
Así, se fundamentan en valores como: la igualdad, la justicia, los derechos fundamentales, la dignidad, la libertad (por ejemplo la libertad de expresión), etc.
10. Argumentos de causa-efecto
Finalmente, los argumentos de causa-efecto son del tipo: “si fumas mucho, tendrás más posibilidades de padecer cáncer de pulmón”. Es decir, exponen una causa y una consecuencia.
Para utilizarlos con éxito, debemos aludir a consecuencias reales y probables de dicha causa. Además, si las consecuencias (efectos) son impactantes, causarán más efecto en el oyente (o “contrincante”).