Estudió en Montevideo y pronto comenzó a interesarse por la literatura. Inspirado en su primera novia escribió Una estación de amor y fundó en su ciudad natal la Revista de Salto . Ya instalado en Buenos Aires publicó Los arrecifes de coral poemas, cuentos y prosas líricas de gusto modernista, seguidos de los relatos de El crimen del otro , la novela breve Los perseguidos , producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera hasta la frontera con Brasil, y la más extensa Historia de un amor turbio . En 1909 se radicó precisamente en la provincia de Misiones, donde se desempeñó como juez de paz en San Ignacio, localidad famosa por sus ruinas de las misiones jesuíticas, a la par que cultivaba yerba mate y naranjas.
Nuevamente en Buenos Aires, trabajó en el consulado de Uruguay y dio a la prensa las colecciones de relatos breves Cuentos de amor, de locura y de muerte , Cuentos de la selva y El salvaje , y la obra teatral Las sacrificadas . Le siguieron nuevas recopilaciones de cuentos, como Anaconda , El desierto , La gallina degollada y otros cuentos y el que es quizá su mejor libro de relatos, Los desterrados . Dos años después publicó la novela Pasado amor, sin mucho éxito. Sintiendo el rechazo de las nuevas generaciones literarias, regresó a Misiones para dedicarse a la floricultura.
En 1935 publicó su último libro de cuentos, Más allá.
Los cuentos de Horacio Quiroga
La mayoría de sus narraciones aparecieron publicadas en periódicos y revistas y se recogieron posteriormente en forma de libro en las recopilaciones Cuentos de amor, de locura y de muerte , Cuentos de la selva , Anaconda y El desierto . Horacio Quiroga destiló una notoria precisión de estilo que le permitió narrar magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. Muchos de sus relatos tienen por escenario la selva de Misiones, en el norte argentino, lugar donde Quiroga residió largos años y del que extrajo situaciones y personajes para sus narraciones. Sus personajes suelen ser víctimas propiciatorias de la hostilidad de la naturaleza y la desmesura de un mundo bárbaro e irracional, que se manifiesta en inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces.
Fuera de sus cuentos ambientados en el espacio selvático de Misiones, abordó los relatos de temática parapsicológica o paranormal, al estilo de lo que hoy conocemos como literatura de anticipación. Sus publicaciones póstumas incluyen Cartas inéditas de Horacio Quiroga y Obras inéditas y desconocidas . En el desarrollo de la literatura hispanoamericana, cabe situar la cuentística de Quiroga en una nueva línea surgida del ambiente intelectual del posmodernismo y del magisterio de autores como Edgar Allan Poe, que había tenido su primer anuncio en algunos relatos de Leopoldo Lugones. Por otra parte, el singular acercamiento de Quiroga a lo extraño y lo inquietante preludió el altísimo nivel que alcanzaría el cuento fantástico durante el «Boom» de los años 60, con maestros como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
Respuesta:
Horacio Silvestre Quiroga Forteza
Estudió en Montevideo y pronto comenzó a interesarse por la literatura. Inspirado en su primera novia escribió Una estación de amor y fundó en su ciudad natal la Revista de Salto . Ya instalado en Buenos Aires publicó Los arrecifes de coral poemas, cuentos y prosas líricas de gusto modernista, seguidos de los relatos de El crimen del otro , la novela breve Los perseguidos , producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera hasta la frontera con Brasil, y la más extensa Historia de un amor turbio . En 1909 se radicó precisamente en la provincia de Misiones, donde se desempeñó como juez de paz en San Ignacio, localidad famosa por sus ruinas de las misiones jesuíticas, a la par que cultivaba yerba mate y naranjas.
Nuevamente en Buenos Aires, trabajó en el consulado de Uruguay y dio a la prensa las colecciones de relatos breves Cuentos de amor, de locura y de muerte , Cuentos de la selva y El salvaje , y la obra teatral Las sacrificadas . Le siguieron nuevas recopilaciones de cuentos, como Anaconda , El desierto , La gallina degollada y otros cuentos y el que es quizá su mejor libro de relatos, Los desterrados . Dos años después publicó la novela Pasado amor, sin mucho éxito. Sintiendo el rechazo de las nuevas generaciones literarias, regresó a Misiones para dedicarse a la floricultura.
En 1935 publicó su último libro de cuentos, Más allá.
Los cuentos de Horacio Quiroga
La mayoría de sus narraciones aparecieron publicadas en periódicos y revistas y se recogieron posteriormente en forma de libro en las recopilaciones Cuentos de amor, de locura y de muerte , Cuentos de la selva , Anaconda y El desierto . Horacio Quiroga destiló una notoria precisión de estilo que le permitió narrar magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. Muchos de sus relatos tienen por escenario la selva de Misiones, en el norte argentino, lugar donde Quiroga residió largos años y del que extrajo situaciones y personajes para sus narraciones. Sus personajes suelen ser víctimas propiciatorias de la hostilidad de la naturaleza y la desmesura de un mundo bárbaro e irracional, que se manifiesta en inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces.
Fuera de sus cuentos ambientados en el espacio selvático de Misiones, abordó los relatos de temática parapsicológica o paranormal, al estilo de lo que hoy conocemos como literatura de anticipación. Sus publicaciones póstumas incluyen Cartas inéditas de Horacio Quiroga y Obras inéditas y desconocidas . En el desarrollo de la literatura hispanoamericana, cabe situar la cuentística de Quiroga en una nueva línea surgida del ambiente intelectual del posmodernismo y del magisterio de autores como Edgar Allan Poe, que había tenido su primer anuncio en algunos relatos de Leopoldo Lugones. Por otra parte, el singular acercamiento de Quiroga a lo extraño y lo inquietante preludió el altísimo nivel que alcanzaría el cuento fantástico durante el «Boom» de los años 60, con maestros como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
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