En el lejano octubre de 1968 el voleibol mexicano comenzó una historia de capítulo exclusivo hasta hace dos fines de semana. Como sede olímpica, el país formó contra el tiempo a sus selecciones de voleibol y compitió en un torneo de los Juegos por primera. El gimnasio Juan de la Barrera fue la sede aquellos días.
Eran los años maravillosos del voleibol, cuando de la mano de un entrenador rumano (Gabriel Cherebetiu) y un polaco (Stanislaw Poburka) se sentaron las bases que el país no pudo explotar en las siguientes dos décadas, hasta que llegó la generación actual con la misión de volver al máximo escenario deportivo.
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En el lejano octubre de 1968 el voleibol mexicano comenzó una historia de capítulo exclusivo hasta hace dos fines de semana. Como sede olímpica, el país formó contra el tiempo a sus selecciones de voleibol y compitió en un torneo de los Juegos por primera. El gimnasio Juan de la Barrera fue la sede aquellos días.
Eran los años maravillosos del voleibol, cuando de la mano de un entrenador rumano (Gabriel Cherebetiu) y un polaco (Stanislaw Poburka) se sentaron las bases que el país no pudo explotar en las siguientes dos décadas, hasta que llegó la generación actual con la misión de volver al máximo escenario deportivo.