ailen2015
El Islam ("sumisión a Dios", en árabe) constituye la religión monoteísta universal más joven del mundo y, en cuanto a número de fieles, con unos 1.300 millones (de los cuales sólo una quinta parte son árabes), disputa el primer puesto al cristianismo. Los musulmanes representan una cuarta parte de la población mundial y están repartidos fundamentalmente por un arco de 55 estados que se extiende desde la costa oriental de África hasta Indonesia, el país con la mayor comunidad musulmana. Albania es predominantemente musulmana, como Kosovo, la provincia serbia convertida en un protectorado de la OTAN. Bulgaria, Bosnia, Macedonia y Georgia también cuentan con importantes comunidades islámicas. En Francia se calcula que viven unos 4 millones de musulmanes; en Alemania, 3 millones; en Gran Bretaña, 1,7 millones; en España, medio millón, como en Holanda, y en Bélgica, unos 300.000. En Estados Unidos, considerado el "gran Satán" por el radicalismo islámico, se calcula que la población de confesión musulmana se cifra en 10 millones. Pero Islam e islamismo no son exactamente la misma cosa. El islamismo, también conocido como fundamentalismo o integrismo, es la politización, a veces distorsionada y fanática, del Islam. Y, además, está el terrorismo islámico. El debate entre el mundo occidental y el musulmán ha existido desde los orígenes del Islam, atrayéndose y repeliéndose según las circunstancias históricas. Se han mirado siempre, pero no se han comprendido nunca. Occidente teme el terrorismo y el fundamentalismo, pero necesita el petróleo depositado en el subsuelo islámico. Y los islamistas acusan a Occidente de ser hostil a su cultura, de respaldar a Israel, al que consideran un intruso en su tierra, y de proteger a los regímenes corruptos y antidemocráticos que controlan el inmenso arco musulmán. Por eso, para poder comprender mejor este trabajo es necesario conocer unos puntos básicos:El origen del Islam es muy diferente al del cristianismo. Mientras los discípulos de Cristo fueron una minoría perseguida dentro de un Estado legal y socialmente organizado -el romano- el Islam fue además de religión, el Estado y la ley que organizó una sociedad. Mahoma, además de profeta, fue un hombre de Estado que levantó un imperio, y el Islam no sólo organiza y ordena lo espiritual y religioso, sino también lo político, lo social e incluso lo económico. Por eso la identificación de religión y poder ha quedado inscrita indeleblemente en la memoria de los musulmanes.