Si un adolescente quiere mejorar o cambiar su entorno debe saber que puede hacerlo, que van a reconocer su inquietud y su compromiso, que se le va a facilitar el ejercicio de su derecho a construir lo público desde su propia iniciativa. Para promover una participación basada en derechos debemos pasar del argumento institucional del “gobernar con” al planteamiento innovador del “gobernar desde” las personas.
2. El ejemplo como catalizador personal y cívico: el mundo que queremos.
Actualmente son muchísimos los recursos disponibles que posibilitan a los chicos y chicas inquietos empatizar con situaciones que juzgan como injustas, aspirar a cambiarlas, conocer experiencias/iniciativas inspiradoras, tomar conciencia de su poder y capacidades para generar cambios positivos, así como conectar e integrar movimientos, plataformas, etc.
3. Partir de los intereses e inquietudes de los chicos/as.
Resulta clave que los proyectos sean realmente iniciativas que procedan de la propia inquietud de los chicos, resultado de un proceso de empoderamiento y reflejo de una emergente ciudadanía infantil adolescente. En este sentido, resulta preciso promover el desarrollo de una experiencia: personal, práctica y memorable. De tal manera que genere aprendizajes que resulten significativos y relevantes: desde la práctica, entre iguales, mediante un trabajo cooperativo…
4. Acompañamiento en el diagnóstico de su entorno.
Muchas veces los proyectos infantiles fallan en el diagnóstico de la realidad, parten de una visión limitada y parcial o fundamentalmente asistencialista. El rol de los adultos es clave para facilitarles herramientas para la elaboración del diagnóstico (p.ej. árbol de problemas/solución), preguntas (¡no respuestas!) desde el interés –no cuestionamiento- acerca de su planteamiento, conexiones con agentes implicados, poner en valor el entorno próximo, etc.
Otro posible enfoque es plantearles retos o desafíos. Resultan un elemento muy motivador que les pone en acción, incluyen la dimensión de juego (“gamificación”) y permiten dar respuesta a situaciones ya detectadas/ diagnosticadas previamente.
5. Lógica de proceso y de acompañamiento.
La tarea educativa para el desarrollo autónomo de los niños, de su empoderamiento y corresponsabilización social se desarrolla desde la cotidianidad y de forma transversal a lo largo del proceso de aprender emprendiendo sus propias iniciativas.
Resultará fundamental a lo largo de la iniciativa generar el espacio-tiempo que acompañe e “invite a hacer”, flexible, autónomo, no dirigido pero comprometido, con sus avances, retrocesos y altibajos, con prudencia pero sin miedos.
Respuesta:
. Cultura participativa basada en las personas.
Si un adolescente quiere mejorar o cambiar su entorno debe saber que puede hacerlo, que van a reconocer su inquietud y su compromiso, que se le va a facilitar el ejercicio de su derecho a construir lo público desde su propia iniciativa. Para promover una participación basada en derechos debemos pasar del argumento institucional del “gobernar con” al planteamiento innovador del “gobernar desde” las personas.
2. El ejemplo como catalizador personal y cívico: el mundo que queremos.
Actualmente son muchísimos los recursos disponibles que posibilitan a los chicos y chicas inquietos empatizar con situaciones que juzgan como injustas, aspirar a cambiarlas, conocer experiencias/iniciativas inspiradoras, tomar conciencia de su poder y capacidades para generar cambios positivos, así como conectar e integrar movimientos, plataformas, etc.
3. Partir de los intereses e inquietudes de los chicos/as.
Resulta clave que los proyectos sean realmente iniciativas que procedan de la propia inquietud de los chicos, resultado de un proceso de empoderamiento y reflejo de una emergente ciudadanía infantil adolescente. En este sentido, resulta preciso promover el desarrollo de una experiencia: personal, práctica y memorable. De tal manera que genere aprendizajes que resulten significativos y relevantes: desde la práctica, entre iguales, mediante un trabajo cooperativo…
4. Acompañamiento en el diagnóstico de su entorno.
Muchas veces los proyectos infantiles fallan en el diagnóstico de la realidad, parten de una visión limitada y parcial o fundamentalmente asistencialista. El rol de los adultos es clave para facilitarles herramientas para la elaboración del diagnóstico (p.ej. árbol de problemas/solución), preguntas (¡no respuestas!) desde el interés –no cuestionamiento- acerca de su planteamiento, conexiones con agentes implicados, poner en valor el entorno próximo, etc.
Otro posible enfoque es plantearles retos o desafíos. Resultan un elemento muy motivador que les pone en acción, incluyen la dimensión de juego (“gamificación”) y permiten dar respuesta a situaciones ya detectadas/ diagnosticadas previamente.
5. Lógica de proceso y de acompañamiento.
La tarea educativa para el desarrollo autónomo de los niños, de su empoderamiento y corresponsabilización social se desarrolla desde la cotidianidad y de forma transversal a lo largo del proceso de aprender emprendiendo sus propias iniciativas.
Resultará fundamental a lo largo de la iniciativa generar el espacio-tiempo que acompañe e “invite a hacer”, flexible, autónomo, no dirigido pero comprometido, con sus avances, retrocesos y altibajos, con prudencia pero sin miedos.
Explicación:
coronita?