El señor Utterson estaba sentado junto a su chimenea una noche después de la cena, cuando le sorprendió la visita de Poole.
- ¡Caramba, Poole! ¿Qué le trae por aquí? -exclamó.
Y luego, tras estudiarle con detenimiento, añadió:
- ¿Qué pasa? ¿Está enfermo el doctor?
- Mr. Utterson -dijo el mayordomo-. Ocurre algo extraño.
- Siéntese y tome una copa de vino -dijo el abogado-. Vamos a ver. Póngase cómodo y dígame claramente qué es lo que quiere.
- Usted ya sabe cómo es el doctor, señor -replicó Poole-, y cómo a veces se aísla de todos. Pues verá, ha vuelto a encerrarse en su gabinete y esta vez no me gusta, señor. Que Dios me perdone, pero no me gusta nada. Mr. Utterson, tengo miedo.
- Vamos, vamos, buen hombre -dijo el abogado-. Sea un poco más explícito. ¿De qué tiene miedo?
- Hace como una semana que vengo temiéndome algo -respondió Poole, haciendo caso omiso tercamente de la pregunta- y no puedo aguantarlo más.
El aspecto de aquel hombre corroboraba ampliamente sus palabras. Su porte se había deteriorado y, a excepción del momento en que anunció su miedo por primera vez, no había mirado de frente ni una sola vez al abogado. Aun ahora permanecía sentado, con la copa de vino, que no había probado, apoyada en las rodillas y la mirada fija en un rincón de la habitación.
Respuesta:
El señor Utterson estaba sentado junto a su chimenea una noche después de la cena, cuando le sorprendió la visita de Poole.
- ¡Caramba, Poole! ¿Qué le trae por aquí? -exclamó.
Y luego, tras estudiarle con detenimiento, añadió:
- ¿Qué pasa? ¿Está enfermo el doctor?
- Mr. Utterson -dijo el mayordomo-. Ocurre algo extraño.
- Siéntese y tome una copa de vino -dijo el abogado-. Vamos a ver. Póngase cómodo y dígame claramente qué es lo que quiere.
- Usted ya sabe cómo es el doctor, señor -replicó Poole-, y cómo a veces se aísla de todos. Pues verá, ha vuelto a encerrarse en su gabinete y esta vez no me gusta, señor. Que Dios me perdone, pero no me gusta nada. Mr. Utterson, tengo miedo.
- Vamos, vamos, buen hombre -dijo el abogado-. Sea un poco más explícito. ¿De qué tiene miedo?
- Hace como una semana que vengo temiéndome algo -respondió Poole, haciendo caso omiso tercamente de la pregunta- y no puedo aguantarlo más.
El aspecto de aquel hombre corroboraba ampliamente sus palabras. Su porte se había deteriorado y, a excepción del momento en que anunció su miedo por primera vez, no había mirado de frente ni una sola vez al abogado. Aun ahora permanecía sentado, con la copa de vino, que no había probado, apoyada en las rodillas y la mirada fija en un rincón de la habitación.
Explicación: