Respuesta:
puede ser sobre de donde provienen o como se crean a que lugares afecta y que se hace para evitar el menos daño posible
Respuesta: o
Las Naciones Unidas declararon la década del 90 como el "Decenio Internacional para la Reducción de
Desastres Naturales". Para muchos países en vías de desarrollo, esta década también representa un
período en el cual enfrentar desastres naturales es sinónimo de desarrollo: el costo de rehabilitación y
reconstrucción después de los desastres al consumir el capital disponible, reduce significativamente las
fuentes para nuevas inversiones.
Las pérdidas son pavorosas. Desde 1960 eventos naturales como terremotos, huracanes, inundaciones,
sequías, desertificación y derrumbes en la región de América Latina y el Caribe han terminado con la
vida de 180.000 personas, afectado a 100 millones más y causado pérdidas por más de US$ 54 mil
millones en daños a la propiedad. Los índices de destrucción han aumentado década tras década. Los
efectos adversos en el empleo, en la balanza comercial y en el endeudamiento externo se han seguido
sintiendo anos después de ocurrido un desastre. Aquellas actividades cuyo propósito es promover el
desarrollo, frecuentemente exacerban el impacto de los eventos naturales. Lo peor del caso es que los
países más pobres y específicamente, los segmentos más pobres de su población, son los que sufren los
impactos más severos. Los programas internacionales de ayuda y rehabilitación sólo compensan una
pequeña parte de las pérdidas sufridas por los países afectados.
Las buena noticia es que, de la totalidad de los problemas del medio ambiente, los riesgos naturales
presentan la situación más manejable: pueden ser identificados rápidamente, se dispone de medidas de
mitigación y los beneficios al reducir la vulnerabilidad pueden, en gran parte, ser mayores que los costos.
Más aún, la experiencia demuestra que el impacto de los eventos naturales puede ser reducido. El
mejoramiento de los sistemas de prevención y evacuación ha reducido extraordinariamente el número de
muertes causadas por huracanes. La combinación de medidas estructurales y no estructurales de
mitigación ha demostrado que reduce los efectos de los terremotos, derrumbes, inundaciones y sequías.
Los países de la región son lentos para tomar acciones de reducción de vulnerabilidad o solicitar
financiamiento para ellas, los organismos de fínanciamiento para el desarrollo están poco dispuestos a
financiarlas y la mayoría de los organismos de cooperación para el desarrollo prestan muy pocos
servicios en estos aspectos. A pesar de la eficacia de las medidas de mitigación en función al costo, más
del 90 por ciento de los fondos internacionales destinados al manejo de amenazas naturales de esta
región, están destinados a actividades de preparación, auxilio, rehabilitación y reconstrucción de
desastres, quedando solamente un 10 por ciento destinado a actividades de prevención.
Si bien existen motivos que han causado esta situación anómala, lo más importante es que existe la
posibilidad de cambiarla. Esta publicación sintetiza la experiencia con amenazas naturales del
Departamento de Desarrollo Regional y Medio Ambiente de la Organización de los Estados Americanos
(OEA/DDRMA). La misma sostiene que a largo plazo, el enfoque más efectivo para reducir el
impacto de los eventos naturales es incorporar la evaluación y mitigación de amenazas naturales
dentro del proceso de planificación del desarrollo integrado y de la formulación y ejecución de
proyectos de inversión.
Explicación:
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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puede ser sobre de donde provienen o como se crean a que lugares afecta y que se hace para evitar el menos daño posible
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Las Naciones Unidas declararon la década del 90 como el "Decenio Internacional para la Reducción de
Desastres Naturales". Para muchos países en vías de desarrollo, esta década también representa un
período en el cual enfrentar desastres naturales es sinónimo de desarrollo: el costo de rehabilitación y
reconstrucción después de los desastres al consumir el capital disponible, reduce significativamente las
fuentes para nuevas inversiones.
Las pérdidas son pavorosas. Desde 1960 eventos naturales como terremotos, huracanes, inundaciones,
sequías, desertificación y derrumbes en la región de América Latina y el Caribe han terminado con la
vida de 180.000 personas, afectado a 100 millones más y causado pérdidas por más de US$ 54 mil
millones en daños a la propiedad. Los índices de destrucción han aumentado década tras década. Los
efectos adversos en el empleo, en la balanza comercial y en el endeudamiento externo se han seguido
sintiendo anos después de ocurrido un desastre. Aquellas actividades cuyo propósito es promover el
desarrollo, frecuentemente exacerban el impacto de los eventos naturales. Lo peor del caso es que los
países más pobres y específicamente, los segmentos más pobres de su población, son los que sufren los
impactos más severos. Los programas internacionales de ayuda y rehabilitación sólo compensan una
pequeña parte de las pérdidas sufridas por los países afectados.
Las buena noticia es que, de la totalidad de los problemas del medio ambiente, los riesgos naturales
presentan la situación más manejable: pueden ser identificados rápidamente, se dispone de medidas de
mitigación y los beneficios al reducir la vulnerabilidad pueden, en gran parte, ser mayores que los costos.
Más aún, la experiencia demuestra que el impacto de los eventos naturales puede ser reducido. El
mejoramiento de los sistemas de prevención y evacuación ha reducido extraordinariamente el número de
muertes causadas por huracanes. La combinación de medidas estructurales y no estructurales de
mitigación ha demostrado que reduce los efectos de los terremotos, derrumbes, inundaciones y sequías.
Los países de la región son lentos para tomar acciones de reducción de vulnerabilidad o solicitar
financiamiento para ellas, los organismos de fínanciamiento para el desarrollo están poco dispuestos a
financiarlas y la mayoría de los organismos de cooperación para el desarrollo prestan muy pocos
servicios en estos aspectos. A pesar de la eficacia de las medidas de mitigación en función al costo, más
del 90 por ciento de los fondos internacionales destinados al manejo de amenazas naturales de esta
región, están destinados a actividades de preparación, auxilio, rehabilitación y reconstrucción de
desastres, quedando solamente un 10 por ciento destinado a actividades de prevención.
Si bien existen motivos que han causado esta situación anómala, lo más importante es que existe la
posibilidad de cambiarla. Esta publicación sintetiza la experiencia con amenazas naturales del
Departamento de Desarrollo Regional y Medio Ambiente de la Organización de los Estados Americanos
(OEA/DDRMA). La misma sostiene que a largo plazo, el enfoque más efectivo para reducir el
impacto de los eventos naturales es incorporar la evaluación y mitigación de amenazas naturales
dentro del proceso de planificación del desarrollo integrado y de la formulación y ejecución de
proyectos de inversión.
Explicación: