En una época en la que se creía tanto en la creación como en la generación espontánea, Francesco Redí era uno de los que dudaba de ella, por lo que realizó en el siguiente experimento: Colocó una víbora muerta, un pescado y un trozo de carne de ternera en frascos, los cerró y selló. En otros frascos colocó los mismos componentes, pero los dejó abiertos. Los resultados fueron muy interesantes. En los frascos cerrados y sellados no había gusanos, aunque su contenido se había podrido y olía mal.
En los frascos abiertos, en cambio, se veían gusanos y moscas que entraban y salían. Por lo tanto, la carne de los animales muertos no puede engendrar gusanos a menos que sean depositados en ella huevos de animales.
Redí pensó que la entrada de aire a los frascos cerrados podría haber influido en su experimento, por lo que llevó a cabo otro. Puso carne y pescado en un frasco cubierto con gasa y lo colocó dentro de una jaula cubierta también con gasa. Los resultados fueron exactamente los mismos que en el primer experimento. Aún con los resultados obtenidos y los de otros autores, no sólo la gente seguía creyendo en la generación espontánea, sino que el propio Redí continuaba convencido de que algunos insectos se generaban en forma espontánea. Su obra más importante, donde expuso los resultados de sus experiencias, la escribió en el año 1684
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GodTank
Leewenhoek probó que el aumento del tamaño de los cuerpos cavernosos en los machos mamíferos, era posible, para ello hizo el uso de bombas de vacío de uso manual.
En una época en la que se creía tanto en la creación como en la generación espontánea, Francesco Redí era uno de los que dudaba de ella, por lo que realizó en el siguiente experimento: Colocó una víbora muerta, un pescado y un trozo de carne de ternera en frascos, los cerró y selló. En otros frascos colocó los mismos componentes, pero los dejó abiertos. Los resultados fueron muy interesantes. En los frascos cerrados y sellados no había gusanos, aunque su contenido se había podrido y olía mal.
En los frascos abiertos, en cambio, se veían gusanos y moscas que entraban y salían. Por lo tanto, la carne de los animales muertos no puede engendrar gusanos a menos que sean depositados en ella huevos de animales.
Redí pensó que la entrada de aire a los frascos cerrados podría haber influido en su experimento, por lo que llevó a cabo otro. Puso carne y pescado en un frasco cubierto con gasa y lo colocó dentro de una jaula cubierta también con gasa. Los resultados fueron exactamente los mismos que en el primer experimento. Aún con los resultados obtenidos y los de otros autores, no sólo la gente seguía creyendo en la generación espontánea, sino que el propio Redí continuaba convencido de que algunos insectos se generaban en forma espontánea. Su obra más importante, donde expuso los resultados de sus experiencias, la escribió en el año 1684