Holaa. alguien podría pasarme un cuento de cualquier subgenero, no importa si es corto o largó, por faaa. es para hoy): (HECHO POR SI MISMO) doy corinita si es original
Había una vez un león que gobernaba un basto reino habitado por todo tipo de animales y criaturas fantásticas. El león era muy exigente y no toleraba ningún tipo de infracción. Y cuando alguien se ponía chulo o intentaba subírsele a las barbas, el león rugía con tal fiereza que los ponía a todos en su sitio.
Un día llegó al reino un dragón que se había quedado solo en el mundo. Toda su familia había desaparecido y en su reino ya no quedaba nadie, pues todos habían huido a cuanta de la sequía.
El dragón llevaba días vagando cuando escuchó, a lo lejos, un potente rugido.
-¡Oh! Ese debe ser el rugido de un león poniendo orden. Pediré asilo en aquellas tierras.
El dragón alzó el vuelo y fue para allá. En cuanto llegó pidió ver al gobernante. Como el dragón esperaba, le llevaron hasta el león.
-Busco un lugar donde vivir -dijo el dragón-. ¿Podría quedarme aquí, por favor?
El león le contestó:
-Siempre que cumplas las reglas y respetes a tus vecinos serás bienvenido, dragón.
El dragón dio las gracias y fue a buscar un lugar donde crear su nuevo hogar. En lo alto de una montaña encontró una oquedad que le serviría a las mil maravillas. Aquel agujero era tan grande como una cueva y, sin duda, allí viviría tranquilo.
Todos los días, el dragón sobrevolaba el reino. Pero el dragón estaba triste, porque se aburría. Desde las alturas todo era siempre igual y allí arriba nadie subía a hacerle compañía.
Pero el león pronto vio el potencial que tenía tener un ser tan grande sobrevolando el reino, así que llamó a su nuevo vecino.
-Estimado dragón, sería un honor para mí ofrecerte el cargo de vigilante aéreo. Tus capacidades serán de mucha utilidad a la comunidad para mantener el orden y actuar en caso de necesidad.
-Me siento honrado, señor león -contestó el dragón-. Estaré encantado de ayudar y de ser útil.
-Me gustaría que vinieses a diario a informar sobre el estado del reino -dijo el león-. Escucharé encantado tus sugerencias.
-Lo haré encantado, señor león -dijo el dragón.
-Y si ves alguna pelea o detectas algo raro, no dudes en bajar a ver qué pasa -dijo el león.
El león y el dragón-¿No se asustarán los demás al verme? -preguntó el dragón.
-Avisaré a todos de tu nueva función -dijo el león-. Si algo o alguien se asusta al verte sabrás que es un extraño que no debería estar ahí.
A partir de aquel día, el dragón sobrevuela el reino con mucha atención. Visita a las hadas a diario para asegurarse que los trols del reino vecino no las molestas. También visita el largo de las carpas koi para bañarse con ellas, y a los duendes que viven en los huecos de los árboles, que siempre le obsequian con dulces hechos con frutas frescas.
El león y el dragón se han hecho grandes amigos y, juntos, gobiernan, vigilan, cuidan y protegen a todos los habitantes de aquel maravilloso reino.
Respuesta
Había una vez un león que gobernaba un basto reino habitado por todo tipo de animales y criaturas fantásticas. El león era muy exigente y no toleraba ningún tipo de infracción. Y cuando alguien se ponía chulo o intentaba subírsele a las barbas, el león rugía con tal fiereza que los ponía a todos en su sitio.
Un día llegó al reino un dragón que se había quedado solo en el mundo. Toda su familia había desaparecido y en su reino ya no quedaba nadie, pues todos habían huido a cuanta de la sequía.
El dragón llevaba días vagando cuando escuchó, a lo lejos, un potente rugido.
-¡Oh! Ese debe ser el rugido de un león poniendo orden. Pediré asilo en aquellas tierras.
El dragón alzó el vuelo y fue para allá. En cuanto llegó pidió ver al gobernante. Como el dragón esperaba, le llevaron hasta el león.
-Busco un lugar donde vivir -dijo el dragón-. ¿Podría quedarme aquí, por favor?
El león le contestó:
-Siempre que cumplas las reglas y respetes a tus vecinos serás bienvenido, dragón.
El dragón dio las gracias y fue a buscar un lugar donde crear su nuevo hogar. En lo alto de una montaña encontró una oquedad que le serviría a las mil maravillas. Aquel agujero era tan grande como una cueva y, sin duda, allí viviría tranquilo.
Todos los días, el dragón sobrevolaba el reino. Pero el dragón estaba triste, porque se aburría. Desde las alturas todo era siempre igual y allí arriba nadie subía a hacerle compañía.
Pero el león pronto vio el potencial que tenía tener un ser tan grande sobrevolando el reino, así que llamó a su nuevo vecino.
-Estimado dragón, sería un honor para mí ofrecerte el cargo de vigilante aéreo. Tus capacidades serán de mucha utilidad a la comunidad para mantener el orden y actuar en caso de necesidad.
-Me siento honrado, señor león -contestó el dragón-. Estaré encantado de ayudar y de ser útil.
-Me gustaría que vinieses a diario a informar sobre el estado del reino -dijo el león-. Escucharé encantado tus sugerencias.
-Lo haré encantado, señor león -dijo el dragón.
-Y si ves alguna pelea o detectas algo raro, no dudes en bajar a ver qué pasa -dijo el león.
El león y el dragón-¿No se asustarán los demás al verme? -preguntó el dragón.
-Avisaré a todos de tu nueva función -dijo el león-. Si algo o alguien se asusta al verte sabrás que es un extraño que no debería estar ahí.
A partir de aquel día, el dragón sobrevuela el reino con mucha atención. Visita a las hadas a diario para asegurarse que los trols del reino vecino no las molestas. También visita el largo de las carpas koi para bañarse con ellas, y a los duendes que viven en los huecos de los árboles, que siempre le obsequian con dulces hechos con frutas frescas.
El león y el dragón se han hecho grandes amigos y, juntos, gobiernan, vigilan, cuidan y protegen a todos los habitantes de aquel maravilloso reino.