Hola quien me puede decir un poema asonante bonito y el mas bonito le doy 350 puntos
juliethmichel2Al llegar la medianoche y romper en llanto el Niño, y el establo se hizo vivo…Las cien bestias despertaron y se fueron acercando.El establo se hizo vivo… y alargaron hasta el Niño como un bosque sacudido.Bajó un buey su aliento al rostro y se lo exhaló sin ruido, y sus ojos fueron tiernos, como llenos de rocío…Una oveja lo frotaba contra su vellón suavísimo, y las manos le lamían, en cuclillas, dos cabritos…Con paso tardo, aunque firme sube por las escaleras y al verle, las alarbardas un golpe dan en la tierra.El tesón de la sangre anda de rojo anda de añil de suelo de oro.El empleado le dijo a su jefe, por favor no se queje.Llegué a la pobre cabaña en días de primavera. La niña triste cantaba, la abuela hilaba en la rueca.En donde esté una piedra solitaria sin inscripción alguna, donde habite el olvido, allí estará mi tumba.
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karlosmariohern
¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba“.
oigressiaz
Llueve sobre el campo verde... ¡Qué paz! El agua se abre y la hierba de noviembre es de pálidos diamantes.
Se apaga el sol; de la choza de la huerta se ve el valle más verde, más oloroso, más idílico que antes.
Llueve; los álamos blancos se ennegrecen; los pinares se alejan; todo está gris melancólico y fragante.
Y en el ocaso doliente surgen vagas claridades malvas, rosas, amarillas, de sedas y de cristales...
¡Oh la lluvia sobre el campo verde! ¡Qué paz! En el aire vienen aromas mojados de violetas otoñales.
y romper en llanto el Niño,
y el establo se hizo vivo…Las cien bestias despertaron
y se fueron acercando.El establo se hizo vivo…
y alargaron hasta el Niño
como un bosque sacudido.Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exhaló sin ruido,
y sus ojos fueron tiernos,
como llenos de rocío…Una oveja lo frotaba
contra su vellón suavísimo,
y las manos le lamían,
en cuclillas, dos cabritos…Con paso tardo, aunque firme
sube por las escaleras
y al verle, las alarbardas
un golpe dan en la tierra.El tesón de la sangre anda de rojo
anda de añil de suelo de oro.El empleado le dijo a su jefe,
por favor no se queje.Llegué a la pobre cabaña
en días de primavera.
La niña triste cantaba,
la abuela hilaba en la rueca.En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
¡Qué paz! El agua se abre
y la hierba de noviembre
es de pálidos diamantes.
Se apaga el sol; de la choza
de la huerta se ve el valle
más verde, más oloroso,
más idílico que antes.
Llueve; los álamos blancos
se ennegrecen; los pinares
se alejan; todo está gris
melancólico y fragante.
Y en el ocaso doliente
surgen vagas claridades
malvas, rosas, amarillas,
de sedas y de cristales...
¡Oh la lluvia sobre el campo
verde! ¡Qué paz! En el aire
vienen aromas mojados
de violetas otoñales.
Autor del poema: Juan Ramón Jiménez