MeluEspinoza
La suave cáscara de nuez surcaba el rugoso mar que desembocaba en la costa dulce, cálida y a la vez salada. Así es como recuerdo las más sonadas vacaciones de mi tierna infancia. Mi frío padrastro, recién nombrado rancio capitán, se acababa de comprar un deslumbrante barco. Cuando atracamos en la brillante costa, tenía ardientes deseos de saber que nos esperaba en aquella casa minúscula que se veía en el sedoso horizonte.Éramos cuatro hermanos vibrantes y, en cuestión de aterciopelados segundos, la madera podrida de la bulliciosa casa, susurraba a las silenciosas palmeras. Al sulfuroso mariscal, como llamábamos a nuestro áspero padrastro, nunca le gustó esto. Sirve?
Sirve?