En el invierno de 1801, el narrador, Lockwood, llega a Cumbres Borrascosas para arreglar con Heathcliff el alquiler de la casona cercana, llamada la Granja de los Tordos (sí, sí, los nombres son ridículos). Heathcliff, el propietario, no se esfuerza, ni siquiera un poco, por ser agradable (léase: es un cara larga), y enseguida despierta una profunda curiosidad en Lockwood. Una tormenta de nieve obliga a Lockwood a pasar la noche en Cumbres Borrascosas, y tiene unas pesadillas loquísimas que incluyen a un espíritu llamado Catalina Linton que, entre lamentos, intenta meterse por la ventana. ¡Alegre, muy alegre!
Una vez instalado en su nueva casa, Lockwood invita al ama de llaves, Elena Dean, para que le cuente la historia de los curiosos habitantes de Cumbres Borrascosas. Elena está feliz de relatar la oscura historia de los Earnshaw, los Linton y, sobre todo, de Heathcliff.
Viajamos al pasado mientras Elena hace su relato. Ella empieza a trabajar para los Earnshaw de jovencita. Todo marcha sobre ruedas hasta que el señor Earnshaw hace un viaje a Liverpool y vuelve con un huerfanito de piel morena llamado Heathcliff. Si bien el niño le cae bien a la hija de Earnshaw, Catalina, tras una breve aversión inicial, al hijo, Hindley, le molesta que el padre tenga de favorito a ese niño extraño y sin modales.
Catalina y Heathcliff se vuelven inseparables enseguida, pero la amargura de Hindley no hace más que aumentar, así que se va para la universidad. Catalina y Heathcliff disfrutan de una infancia un tanto idílica y llena de aventuras entre páramos tormentosos y arrumacos en una cama de tablas.
Tras la muerte del señor Earnshaw, Hindley vuelve de la universidad acompañado de su nueva esposa, Francisca, para reclamar su puesto de jefe de Cumbres Borrascosas. La universidad no le ha cambiado los sentimientos hacia Heathcliff, así que decide amargarle la vida a su hermano adoptivo tratándolo como a un sirviente.
Con Hindley haciéndose el tirano, Catalina es el único consuelo de Heathcliff. Siguen siendo aliados y amigos. Una noche, se van los dos para la Granja de los Tordos a espiar a los niños Linton, Eduardo e Isabel, que viven una vida de consentidos y protegidos. A Catalina la muerde un perro, por lo cual debe quedarse en la granja durante cinco semanas para recuperarse. Durante su estadía, el pequeño Eduardo le toma cariño. Mientras tanto, para Heathcliff, la vida en Cumbres Borrascosas sin Catalina ha sido un infierno, y con la presencia de Eduardo las cosas nunca volverán a ser iguales.
Francisca muere tras dar a luz a un niño, Hareton, por lo cual Hindley, que ya no tiene a su esposa para contenerle la rabia, se pone aún más vengativo con Heathcliff. Hindley le toma resentimiento a su nuevo hijo y se vuelve alcohólico y agresivo. Su actividad principal consiste en hacerle la vida imposible a Heathcliff y, por añadidura, a todos los que están en la casa.
Catalina le confiesa a Elena su profundísimo amor por Heathcliff, pero aun así se casa con Eduardo. (Incluso en los páramos más lejanos, la clase social determina con quien te casas). Heathcliff se va por tres años a quién sabe dónde y cuando vuelve, Catalina y Eduardo ya están casados y viven en la Granja de los Tordos.
A partir de entonces, Heathcliff se pone como objetivo vengarse de Hindley, quien está en peor condición que antes. Usando dinero que ganó durante su misteriosa ausencia, pone en marcha su plan maestro de adquirir Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos. Healthcliff aprovecha el hecho de que Hindley es un borracho sin remedio para engancharlo en interminables series de apuestas que terminan haciéndole hipotecar Cumbres Borrascosas para pagar sus deudas, tras lo cual Heathcliff se apropia de la casa.
Heathcliff sigue visitando a Catalina en la Granja de los Tordos, a pesar de que su esposo Eduardo lo trata como a un forastero de mala cuna. Para adquirir la propiedad de Eduardo, Heathcliff se casa con Isabel Linton, quien le hace sacar a relucir su instinto agresivo.
Eduardo y Heathcliff se enredan en una violenta pelea que hace enfermar a Catalina, de lo cual ésta nunca se recupera. Pero sí da a luz a una niña, también llamada Catalina. Con su muerte aumentan el dolor y la rabia de Heathcliff, que le implora al espíritu de Catalina que lo persiga.
Isabel ya no aguanta más la agresividad de Heathcliff así que se escapa a Londres, donde tiene un hijo, Linton Heathcliff.
En el invierno de 1801, el narrador, Lockwood, llega a Cumbres Borrascosas para arreglar con Heathcliff el alquiler de la casona cercana, llamada la Granja de los Tordos (sí, sí, los nombres son ridículos). Heathcliff, el propietario, no se esfuerza, ni siquiera un poco, por ser agradable (léase: es un cara larga), y enseguida despierta una profunda curiosidad en Lockwood. Una tormenta de nieve obliga a Lockwood a pasar la noche en Cumbres Borrascosas, y tiene unas pesadillas loquísimas que incluyen a un espíritu llamado Catalina Linton que, entre lamentos, intenta meterse por la ventana. ¡Alegre, muy alegre!
Una vez instalado en su nueva casa, Lockwood invita al ama de llaves, Elena Dean, para que le cuente la historia de los curiosos habitantes de Cumbres Borrascosas. Elena está feliz de relatar la oscura historia de los Earnshaw, los Linton y, sobre todo, de Heathcliff.
Viajamos al pasado mientras Elena hace su relato. Ella empieza a trabajar para los Earnshaw de jovencita. Todo marcha sobre ruedas hasta que el señor Earnshaw hace un viaje a Liverpool y vuelve con un huerfanito de piel morena llamado Heathcliff. Si bien el niño le cae bien a la hija de Earnshaw, Catalina, tras una breve aversión inicial, al hijo, Hindley, le molesta que el padre tenga de favorito a ese niño extraño y sin modales.
Catalina y Heathcliff se vuelven inseparables enseguida, pero la amargura de Hindley no hace más que aumentar, así que se va para la universidad. Catalina y Heathcliff disfrutan de una infancia un tanto idílica y llena de aventuras entre páramos tormentosos y arrumacos en una cama de tablas.
Tras la muerte del señor Earnshaw, Hindley vuelve de la universidad acompañado de su nueva esposa, Francisca, para reclamar su puesto de jefe de Cumbres Borrascosas. La universidad no le ha cambiado los sentimientos hacia Heathcliff, así que decide amargarle la vida a su hermano adoptivo tratándolo como a un sirviente.
Con Hindley haciéndose el tirano, Catalina es el único consuelo de Heathcliff. Siguen siendo aliados y amigos. Una noche, se van los dos para la Granja de los Tordos a espiar a los niños Linton, Eduardo e Isabel, que viven una vida de consentidos y protegidos. A Catalina la muerde un perro, por lo cual debe quedarse en la granja durante cinco semanas para recuperarse. Durante su estadía, el pequeño Eduardo le toma cariño. Mientras tanto, para Heathcliff, la vida en Cumbres Borrascosas sin Catalina ha sido un infierno, y con la presencia de Eduardo las cosas nunca volverán a ser iguales.
Francisca muere tras dar a luz a un niño, Hareton, por lo cual Hindley, que ya no tiene a su esposa para contenerle la rabia, se pone aún más vengativo con Heathcliff. Hindley le toma resentimiento a su nuevo hijo y se vuelve alcohólico y agresivo. Su actividad principal consiste en hacerle la vida imposible a Heathcliff y, por añadidura, a todos los que están en la casa.
Catalina le confiesa a Elena su profundísimo amor por Heathcliff, pero aun así se casa con Eduardo. (Incluso en los páramos más lejanos, la clase social determina con quien te casas). Heathcliff se va por tres años a quién sabe dónde y cuando vuelve, Catalina y Eduardo ya están casados y viven en la Granja de los Tordos.
A partir de entonces, Heathcliff se pone como objetivo vengarse de Hindley, quien está en peor condición que antes. Usando dinero que ganó durante su misteriosa ausencia, pone en marcha su plan maestro de adquirir Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos. Healthcliff aprovecha el hecho de que Hindley es un borracho sin remedio para engancharlo en interminables series de apuestas que terminan haciéndole hipotecar Cumbres Borrascosas para pagar sus deudas, tras lo cual Heathcliff se apropia de la casa.
Heathcliff sigue visitando a Catalina en la Granja de los Tordos, a pesar de que su esposo Eduardo lo trata como a un forastero de mala cuna. Para adquirir la propiedad de Eduardo, Heathcliff se casa con Isabel Linton, quien le hace sacar a relucir su instinto agresivo.
Eduardo y Heathcliff se enredan en una violenta pelea que hace enfermar a Catalina, de lo cual ésta nunca se recupera. Pero sí da a luz a una niña, también llamada Catalina. Con su muerte aumentan el dolor y la rabia de Heathcliff, que le implora al espíritu de Catalina que lo persiga.
Isabel ya no aguanta más la agresividad de Heathcliff así que se escapa a Londres, donde tiene un hijo, Linton Heathcliff.