Respuesta:
¿Cuantos días, cuantos años?,
tantas vidas entregadas,
tantas memorias enterradas,
tantos ojos que tuvieron los mismos sueños.
Tantas cosas tuvieron que pasar,
tantas cosas dignas de celebrar
y muchas otras para olvidar,
pero ahora la dicha nos embarga.
Nuestros ojos vislumbran un anhelo
que muchos desearon presenciar,
dieron su vida como ofrenda,
y encontraron su paga en el cielo.
Somos privilegiados de atestiguar,
de contemplar la libertad y sus corolarios,
de poder olvidar todo para celebrar
que pisamos esta nación en su bicentenario.
Despertemos pues de sus nichos,
a todos nuestros héroes,
doscientos años antes iniciaron
lo que hoy recordamos, otra vez.
Y que al imitar el grito de Hidalgo,
que no salga de la boca sino del pecho
que lo pueda oír unísono en su lecho,
y que grite la nación entera
que se encienda en los corazones una hoguera.
Que grite las campanas de Dolores,
que se manche el cielo de colores,
que griten nuestros ríos y nuestros mares,
que se olviden los dolores y los males.
Que griten las ciudades urbanizadas,
que griten sus majestuosos monumentos,
que griten los pueblos y sus calzadas empolvadas,
y sus verdes paisajes, llenos de sentimientos.
Y que el grito de nuestro país,
no sea tan solo de una noche,
que no sea un momento de derroche,
sino el inicio de un futuro feliz,
que sea la motivación de hacerlo mejor,
de alejar la pobreza, la miseria y el terror.
Celebremos hoy, que nada nos acongoje,
porque es la gloria la que hoy nos acoge,
en este país grandioso, solidario y mágico.
Por hoy y siempre ¡Que viva "aqui tu pais"!
Explicación:
Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo,
sombra veloz, nubes de espanto,
oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.
¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!
Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro
escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.
Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación,
un mismo tiempo de chorreantes dedos
y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.
Amo la costa,
ese espejo muerto en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.
Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre
ciego pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas. En esta costa soy el que despierta
entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía, el que no quiere ver la noche.
Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente
en donde lloro a solas.
Blasón (José Santos Chocano)
Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical…
Cuando me siento inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.
Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.
La sangre es española e incaico es el latido;
y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador.
Patria Querida (Lilian Goicochea Ríos)
Es mi Patria querida, el rincón donde nací,
a la que venero y canto cada día con amor,
desde Los Andes que cruzan avecillas hasta el mar,
pasando por la espesura de la Selva y su calor;
le canto a toda mi Patria porque en ella hay riquezas,
los corales en el mar, la minería y la pesca,
la dulzura de la caña, su sol y su primavera,
todo lo tiene mi patria desde la Sierra a la Selva;
ante el pendón bicolor hago una real reverencia,
cantando el Himno Patrio, rasgo el alma en cada nota
y me encanta ver lucir en mi pecho, a la izquierda,
la roja y blanca, de seda, la hermosa escarapela,
honor y honor al Perú, en todos los actos míos,
en cada nota del canto, en el verso y mi canción
porque te llevo en mi alma te saludo Perú mío,
ofreciéndote la ofrenda con sangre del corazón.
Patria pobre (Manuel Scorza)
Yo conocí en mi patria sólo rostros vacíos,
hombres de mirada prematuramente cana,
balnearios de hueso
donde antes de tiempo veraneaba la muerte.
Yo sólo recuerdo ojos en la niebla
Así era mi padre:
un hombre que miraba la lejanía
como si él mismo estuviera por venir;
así son los que en mí caminan cuando duermo,
así son los hombres, las cárceles, los pueblos.
Yo no conocía el rostro de mi patria.
Tuvo que caérseme el corazón a un pozo;
tuve que verla con su cartel de ciego en los suburbios,
tuve que oírla llorar de miedo en las prisiones,
para comprender que la patria
era quien me dolía bajo tanto dolor.
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
¿Cuantos días, cuantos años?,
tantas vidas entregadas,
tantas memorias enterradas,
tantos ojos que tuvieron los mismos sueños.
Tantas cosas tuvieron que pasar,
tantas cosas dignas de celebrar
y muchas otras para olvidar,
pero ahora la dicha nos embarga.
Nuestros ojos vislumbran un anhelo
que muchos desearon presenciar,
dieron su vida como ofrenda,
y encontraron su paga en el cielo.
Somos privilegiados de atestiguar,
de contemplar la libertad y sus corolarios,
de poder olvidar todo para celebrar
que pisamos esta nación en su bicentenario.
Despertemos pues de sus nichos,
a todos nuestros héroes,
doscientos años antes iniciaron
lo que hoy recordamos, otra vez.
Y que al imitar el grito de Hidalgo,
que no salga de la boca sino del pecho
que lo pueda oír unísono en su lecho,
y que grite la nación entera
que se encienda en los corazones una hoguera.
Que grite las campanas de Dolores,
que se manche el cielo de colores,
que griten nuestros ríos y nuestros mares,
que se olviden los dolores y los males.
Que griten las ciudades urbanizadas,
que griten sus majestuosos monumentos,
que griten los pueblos y sus calzadas empolvadas,
y sus verdes paisajes, llenos de sentimientos.
Y que el grito de nuestro país,
no sea tan solo de una noche,
que no sea un momento de derroche,
sino el inicio de un futuro feliz,
que sea la motivación de hacerlo mejor,
de alejar la pobreza, la miseria y el terror.
Celebremos hoy, que nada nos acongoje,
porque es la gloria la que hoy nos acoge,
en este país grandioso, solidario y mágico.
Por hoy y siempre ¡Que viva "aqui tu pais"!
Explicación:
Respuesta:
Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo,
sombra veloz, nubes de espanto,
oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.
¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!
Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro
escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.
Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación,
un mismo tiempo de chorreantes dedos
y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.
Amo la costa,
ese espejo muerto en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.
Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre
ciego pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas. En esta costa soy el que despierta
entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía, el que no quiere ver la noche.
Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente
en donde lloro a solas.
Blasón (José Santos Chocano)
Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical…
Cuando me siento inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.
Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.
La sangre es española e incaico es el latido;
y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador.
Patria Querida (Lilian Goicochea Ríos)
Es mi Patria querida, el rincón donde nací,
a la que venero y canto cada día con amor,
desde Los Andes que cruzan avecillas hasta el mar,
pasando por la espesura de la Selva y su calor;
le canto a toda mi Patria porque en ella hay riquezas,
los corales en el mar, la minería y la pesca,
la dulzura de la caña, su sol y su primavera,
todo lo tiene mi patria desde la Sierra a la Selva;
ante el pendón bicolor hago una real reverencia,
cantando el Himno Patrio, rasgo el alma en cada nota
y me encanta ver lucir en mi pecho, a la izquierda,
la roja y blanca, de seda, la hermosa escarapela,
honor y honor al Perú, en todos los actos míos,
en cada nota del canto, en el verso y mi canción
porque te llevo en mi alma te saludo Perú mío,
ofreciéndote la ofrenda con sangre del corazón.
Patria pobre (Manuel Scorza)
Yo conocí en mi patria sólo rostros vacíos,
hombres de mirada prematuramente cana,
balnearios de hueso
donde antes de tiempo veraneaba la muerte.
Yo sólo recuerdo ojos en la niebla
Así era mi padre:
un hombre que miraba la lejanía
como si él mismo estuviera por venir;
así son los que en mí caminan cuando duermo,
así son los hombres, las cárceles, los pueblos.
Yo no conocía el rostro de mi patria.
Tuvo que caérseme el corazón a un pozo;
tuve que verla con su cartel de ciego en los suburbios,
tuve que oírla llorar de miedo en las prisiones,
para comprender que la patria
era quien me dolía bajo tanto dolor.