José revela su identidad. Emocionado por el ruego de Judá, José ya no pudo contenerse más. Pidió a todos los demás que saliesen y se identificó ante sus hermanos. Aunque anteriormente le habían maltratado de manera cruel, no abrigaba ningún resentimiento contra ellos. Les dijo: “Ahora no se sientan heridos y no se encolericen contra ustedes mismos por haberme vendido acá; porque para la conservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes. Pues este es el segundo año del hambre en medio de la tierra, y todavía hay cinco años en que no habrá tiempo en que se are, ni habrá siega. Por consiguiente, Dios me envió delante de ustedes a fin de colocarles un resto en la tierra y para mantenerlos vivos mediante un gran escape. Así pues, no fueron ustedes los que me enviaron acá, sino el Dios verdadero”. (Gé 45:1-8.) El perdón de José fue genuino, y lo exteriorizó llorando en presencia de sus hermanos y besándolos. (Gé 45:14, 15.)
José revela su identidad. Emocionado por el ruego de Judá, José ya no pudo contenerse más. Pidió a todos los demás que saliesen y se identificó ante sus hermanos. Aunque anteriormente le habían maltratado de manera cruel, no abrigaba ningún resentimiento contra ellos. Les dijo: “Ahora no se sientan heridos y no se encolericen contra ustedes mismos por haberme vendido acá; porque para la conservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes. Pues este es el segundo año del hambre en medio de la tierra, y todavía hay cinco años en que no habrá tiempo en que se are, ni habrá siega. Por consiguiente, Dios me envió delante de ustedes a fin de colocarles un resto en la tierra y para mantenerlos vivos mediante un gran escape. Así pues, no fueron ustedes los que me enviaron acá, sino el Dios verdadero”. (Gé 45:1-8.) El perdón de José fue genuino, y lo exteriorizó llorando en presencia de sus hermanos y besándolos. (Gé 45:14, 15.)