os adolescentes tienen un sentido muy peculiar para sentir pequeños problemas como grandes dramas existenciales. Se pueden ver sobrepasados por cuestiones que se les atragantan y caer en la ansiedad o depresión. Sus hormonas se revolucionan, su mundo crece y con él los problemas, sin tener todavía la experiencia suficiente para procesarlos de una forma madura y dar la importancia justa a las cosas.
Un indicador de que detrás del cansancio puede haber una pequeña depresión o cierta ansiedad es si se levanta ya cansado, independientemente de las horas que se haya pasado en la cama. Una preocupación que carcome por dentro, no respeta el sueño, por lo que el cansancio está asegurado.
Lo mejor es intentar hablar con ellos, combinando hábilmente una serie de tácticas diplomáticas: hay que preguntar sin avasallar y, más que hablar, en cuanto empiecen a soltarnos sus angustias, mejor es callar. Abrazarlos, apoyarlos y tan solo dar unas cuantas pistas de cómo creemos que se puede salir del problema, con el convencimiento de que será capaz de hacerlo. Y por supuesto, trasmitirle que pase lo que pase, nunca estará solo.
Explicación:
os adolescentes tienen un sentido muy peculiar para sentir pequeños problemas como grandes dramas existenciales. Se pueden ver sobrepasados por cuestiones que se les atragantan y caer en la ansiedad o depresión. Sus hormonas se revolucionan, su mundo crece y con él los problemas, sin tener todavía la experiencia suficiente para procesarlos de una forma madura y dar la importancia justa a las cosas.
Un indicador de que detrás del cansancio puede haber una pequeña depresión o cierta ansiedad es si se levanta ya cansado, independientemente de las horas que se haya pasado en la cama. Una preocupación que carcome por dentro, no respeta el sueño, por lo que el cansancio está asegurado.
Lo mejor es intentar hablar con ellos, combinando hábilmente una serie de tácticas diplomáticas: hay que preguntar sin avasallar y, más que hablar, en cuanto empiecen a soltarnos sus angustias, mejor es callar. Abrazarlos, apoyarlos y tan solo dar unas cuantas pistas de cómo creemos que se puede salir del problema, con el convencimiento de que será capaz de hacerlo. Y por supuesto, trasmitirle que pase lo que pase, nunca estará solo.