Rosa es la tercera hija del matrimonio Flores Oliva. Su padre es Gaspar Flores y su madre, María de Oliva, limeña, inteligente y hacendosa. Antes de ella nacen Bernardina y Fernando.
Transfiguración de la niña Isabel En un libro "aforrado en pergamino",donde se asientan los españoles bautizados en la parroquia de San Sebastián , a fojas 72, queda inscrita la siguiente partida: "En domingo día de Pascua del Espíritu Santo", veinte y cinco de mayo de mil quinientos y ochenta y seis, bautizó a Isabel, hija de Gaspar Flores y de María de Oliva; fueron padrinos Hernández de Valdés y María Orosco.
Antonio Polanco (cura)
El documento ofrece una extraña particularidad. Al margen del lacónico registro hay una anotación que dice: "Isabel, hija de estima". Acaso una revelación, traducida en un sencillo concepto estampado ahí sin premeditado propósito, hace que el error del cura Polanco se convierta en profético augurio. No es de uso escribir anotaciones tales. Quizás el bueno del padre Antonio se propuso tan sólo poner "hija legítima" y, mientras su pluma, sus ojos y su mente pretendían hacerlo, una mano invisible se encargaba de corregir, por cuenta propia y a cuenta de merecimientos futuros, el tembloroso trazo del distraído párroco.
Rosa es la tercera hija del matrimonio Flores Oliva. Su padre es Gaspar Flores y su madre, María de Oliva, limeña, inteligente y hacendosa. Antes de ella nacen Bernardina y Fernando.
Transfiguración de la niña Isabel
En un libro "aforrado en pergamino",donde se asientan los españoles bautizados en la parroquia de San Sebastián , a fojas 72, queda inscrita la siguiente partida: "En domingo día de Pascua del Espíritu Santo", veinte y cinco de mayo de mil quinientos y ochenta y seis, bautizó a Isabel, hija de Gaspar Flores y de María de Oliva; fueron padrinos Hernández de Valdés y María Orosco.
Antonio Polanco (cura)
El documento ofrece una extraña particularidad. Al margen del lacónico registro hay una anotación que dice: "Isabel, hija de estima". Acaso una revelación, traducida en un sencillo concepto estampado ahí sin premeditado propósito, hace que el error del cura Polanco se convierta en profético augurio. No es de uso escribir anotaciones tales. Quizás el bueno del padre Antonio se propuso tan sólo poner "hija legítima" y, mientras su pluma, sus ojos y su mente pretendían hacerlo, una mano invisible se encargaba de corregir, por cuenta propia y a cuenta de merecimientos futuros, el tembloroso trazo del distraído párroco.