“Ellos eran pescadores”. La pesca era la principal industria de Galilea. Simón y Andrés poseían redes, y daban trabajo a otros; para seguir a Jesús, abandonaron todo esto. La persona y el llamado de Jesús era tan irresistible, que tomaron la decisión sin necesidad de prepararse.
Nada podía ser más normal para los pescadores que lavar sus redes. No era difícil; pero tomaba su tiempo. Era una tarea que permitía conversar con otros pescadores y programar la próxima salida al lago. Este día, para Santiago y Juan, Simón y Andrés, fué distinto. Al pasar Jesús y llamarlos para que lo siguieran. Ese llamado sería repetido día a día, en todos los sucesos del diario vivir.
El Señor los invita a cambiar de profesión. Pasan de ser pescadores de peces a ser pescadores de hombres. Pasan de trabajar por la vida terrena a trabajar para la vida
eterna.
También para nosotros – en medio de nuestro trabajo, vida familiar y enfermedad – el profundo llamado a seguirlo, cuidar de los demás y darle a Él un lugar prioritario en nuestras vidas. ¿Puedes recordar los momentos en que te diste cuenta que te sucedió a tí?
Las vidas de los discípulos cambiaron desde el día en que siguieron a Jesús: dejaron de ser pescadores, y el mundo sería su hogar en adelante. Los apóstoles viajarían lejos con la memoria y los relatos de Jesús, y llegarían a morir en su Nombre. En nuestras oraciones ofrezcamos nuestro futuro al Señor, con generosidad y confianza.Señor, enséñame a conocerte mejor, amarte más y servirte más fielmente en mi vida.
Jesús llamó a sus discípulos cuando estaban en su trabajo diario. Él se involucra en sus vidas, y ellos sabían que Él tenía algo importante que ofrecerles. Parecían pensar que podrían participar en su proyecto que llamaba “El Reino de Dios”. Nos encontramos con el llamado de Dios, para ser los personajes de los Evangelios, en los momentos más comunes de nuestra vida. Somos invitados a ser personas para quienes el amor de los demás es la razón para todo lo que hacemos y decimos. En lo ordinario nos volvemos discípulos, y en lo ordinario podemos llegar a ser santos.
Jesús no eligió gente especial, como soberanos, intelectuales o filósofos. Cristo elige hombres sencillos, pescadores, hombres de trabajo. Jesús sabe bien a quien elige y porque lo elige, en esta ocasión hombres que echan la red al mar sin saber que tipos de pescados sacaran. Del mismo modo cuando un predicador arroja sus palabras sobre los hombres, no conoce de antemano quienes se acercarán a Dios.
¿Hacia dónde va nuestra vida?, ¿hacia donde caminamos?, ¿a que vamos?, pareciera fácil responder si decimos a la vida eterna, caminamos hacia la eternidad y vamos a contemplar a Dios, esa es la meta que no hemos programado. Ahora bien ¿como se llega?, seguramente cada uno pensará en un determinado camino, pero yo tengo la convicción que para llegar de forma segura, es caminar junto a Jesús, seguir sus pasos, <>
Pedro y Andrés no habían visto a Jesús hacer milagros, no habían oído hablar al Señor del reino de los Cielos, sin embargo al oír la voz de Jesús, ellos lo dejan todo por seguirlo. Seguramente, ellos vieron la dulzura del alma de quien los invitaba. Ellos creyeron y tuvieron fe. Nos enseña Jesús, que no debemos aferrarnos a las cosas terrenales si queremos ir a la vida eterna.
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debes aserlo sola solo comprende
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Reflexiones sobre la lectura de hoy:
“Ellos eran pescadores”. La pesca era la principal industria de Galilea. Simón y Andrés poseían redes, y daban trabajo a otros; para seguir a Jesús, abandonaron todo esto. La persona y el llamado de Jesús era tan irresistible, que tomaron la decisión sin necesidad de prepararse.
Nada podía ser más normal para los pescadores que lavar sus redes. No era difícil; pero tomaba su tiempo. Era una tarea que permitía conversar con otros pescadores y programar la próxima salida al lago. Este día, para Santiago y Juan, Simón y Andrés, fué distinto. Al pasar Jesús y llamarlos para que lo siguieran. Ese llamado sería repetido día a día, en todos los sucesos del diario vivir.
El Señor los invita a cambiar de profesión. Pasan de ser pescadores de peces a ser pescadores de hombres. Pasan de trabajar por la vida terrena a trabajar para la vida
eterna.
También para nosotros – en medio de nuestro trabajo, vida familiar y enfermedad – el profundo llamado a seguirlo, cuidar de los demás y darle a Él un lugar prioritario en nuestras vidas. ¿Puedes recordar los momentos en que te diste cuenta que te sucedió a tí?
Las vidas de los discípulos cambiaron desde el día en que siguieron a Jesús: dejaron de ser pescadores, y el mundo sería su hogar en adelante. Los apóstoles viajarían lejos con la memoria y los relatos de Jesús, y llegarían a morir en su Nombre. En nuestras oraciones ofrezcamos nuestro futuro al Señor, con generosidad y confianza.Señor, enséñame a conocerte mejor, amarte más y servirte más fielmente en mi vida.
Jesús llamó a sus discípulos cuando estaban en su trabajo diario. Él se involucra en sus vidas, y ellos sabían que Él tenía algo importante que ofrecerles. Parecían pensar que podrían participar en su proyecto que llamaba “El Reino de Dios”. Nos encontramos con el llamado de Dios, para ser los personajes de los Evangelios, en los momentos más comunes de nuestra vida. Somos invitados a ser personas para quienes el amor de los demás es la razón para todo lo que hacemos y decimos. En lo ordinario nos volvemos discípulos, y en lo ordinario podemos llegar a ser santos.
Jesús no eligió gente especial, como soberanos, intelectuales o filósofos. Cristo elige hombres sencillos, pescadores, hombres de trabajo. Jesús sabe bien a quien elige y porque lo elige, en esta ocasión hombres que echan la red al mar sin saber que tipos de pescados sacaran. Del mismo modo cuando un predicador arroja sus palabras sobre los hombres, no conoce de antemano quienes se acercarán a Dios.
¿Hacia dónde va nuestra vida?, ¿hacia donde caminamos?, ¿a que vamos?, pareciera fácil responder si decimos a la vida eterna, caminamos hacia la eternidad y vamos a contemplar a Dios, esa es la meta que no hemos programado. Ahora bien ¿como se llega?, seguramente cada uno pensará en un determinado camino, pero yo tengo la convicción que para llegar de forma segura, es caminar junto a Jesús, seguir sus pasos, <>
Pedro y Andrés no habían visto a Jesús hacer milagros, no habían oído hablar al Señor del reino de los Cielos, sin embargo al oír la voz de Jesús, ellos lo dejan todo por seguirlo. Seguramente, ellos vieron la dulzura del alma de quien los invitaba. Ellos creyeron y tuvieron fe. Nos enseña Jesús, que no debemos aferrarnos a las cosas terrenales si queremos ir a la vida eterna.