Siempre estaba feliz; sonreía, corría, cantaba, relataba sus más asombrosas aventuras... sin embargo, nunca podrías saber si estaba triste, pues nunca te lo dejaría ver. En caso de preguntar, te lo negaría a muerte y te contaría un chiste con tal de que lo olvidaras, pero esa tarde fue diferente.
Carla estaba en su habitual felicidad diaria cuando recibió una llamada; su cara espejó a la perfección sus sentimientos, pude advertir. Se puso a llorar desconsolada y yo no sabía qué hacer. Dejé que terminara la llamada para acercarme a ella.
-¿Qué pasa? -murmuré, no respondió, simplemente negó con la cabeza, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. No pregunté más, simplemente la abracé y esperé a que dejara de sollozar.
No sé muy bien qué pasó aquel día, pero me consta que algo se rompió en ella; algo que nunca logré reparar.
“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la cabeza, camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le daría dinero para comprarse un lechón.
Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.”
Respuesta:
Siempre estaba feliz; sonreía, corría, cantaba, relataba sus más asombrosas aventuras... sin embargo, nunca podrías saber si estaba triste, pues nunca te lo dejaría ver. En caso de preguntar, te lo negaría a muerte y te contaría un chiste con tal de que lo olvidaras, pero esa tarde fue diferente.
Carla estaba en su habitual felicidad diaria cuando recibió una llamada; su cara espejó a la perfección sus sentimientos, pude advertir. Se puso a llorar desconsolada y yo no sabía qué hacer. Dejé que terminara la llamada para acercarme a ella.
-¿Qué pasa? -murmuré, no respondió, simplemente negó con la cabeza, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. No pregunté más, simplemente la abracé y esperé a que dejara de sollozar.
No sé muy bien qué pasó aquel día, pero me consta que algo se rompió en ella; algo que nunca logré reparar.
Explicación:
espero y te haya ayudado <3
Respuesta
El cuento de la lechera
“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la cabeza, camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le daría dinero para comprarse un lechón.
Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.”