Porque una ideología política no se tiene como una hipótesis de cosmología para que la mente descanse tranquila en la explicación probable de un fenómeno. Los partidos se hicieron para la vida, sus programas para la aplicación, sus tesis para la realidad. Su valor se comprueba aplicándolos a los pueblos. Verdad individual en el cerebro deben ser realidad saludable en la vida.
Conviene, pues, explicar, qué es lo que opinamos y por qué creemos buena y práctica la opinión.
Como cuaderna nuestra de la estructura mental, se extiende un extremo a otro del pensamiento la filosofía de Tomás de Aquino. Ella se infiltró en nuestro ser durante la segunda enseñanza y para que sea mayor y más alharaquero el escándalo de libres pensadores y clerófobos, tenemos a gala declarar que fueron nada menos que los odiados padres Jesuitas quienes por tal camino nos adentraron.
Tomás de Aquino no es un nombre cualquiera en los anales del pensamiento humano. Es un monolito gigantesco, de esos que amojonan la historia de milenio en milenio. Para amarlo o para odiarlo, para seguirlo o pare combatirlo , los pensadores de la especie deben detenerse ante él. Si de Agustín, el de Hipona heredó en sus arrebatos místicos y el entusiasmo, en cambio escogió en los sistemas griegos la lógica de Aristóteles y con los silogismos del estagirita como método, construyó el sistema completo de la filosofía católica.
Porque una ideología política no se tiene como una hipótesis de cosmología para que la mente descanse tranquila en la explicación probable de un fenómeno. Los partidos se hicieron para la vida, sus programas para la aplicación, sus tesis para la realidad. Su valor se comprueba aplicándolos a los pueblos. Verdad individual en el cerebro deben ser realidad saludable en la vida.
Conviene, pues, explicar, qué es lo que opinamos y por qué creemos buena y práctica la opinión.
Como cuaderna nuestra de la estructura mental, se extiende un extremo a otro del pensamiento la filosofía de Tomás de Aquino. Ella se infiltró en nuestro ser durante la segunda enseñanza y para que sea mayor y más alharaquero el escándalo de libres pensadores y clerófobos, tenemos a gala declarar que fueron nada menos que los odiados padres Jesuitas quienes por tal camino nos adentraron.
Tomás de Aquino no es un nombre cualquiera en los anales del pensamiento humano. Es un monolito gigantesco, de esos que amojonan la historia de milenio en milenio. Para amarlo o para odiarlo, para seguirlo o pare combatirlo , los pensadores de la especie deben detenerse ante él. Si de Agustín, el de Hipona heredó en sus arrebatos místicos y el entusiasmo, en cambio escogió en los sistemas griegos la lógica de Aristóteles y con los silogismos del estagirita como método, construyó el sistema completo de la filosofía católica.