A la deriva, como una ramita que en el agua se aleja, de nada sirven las quejas, todo lleva su rumbo, todo fluye en su mundo. Los días se hacen eternos a la espera de otros versos, los que me hagan sentir pleno, los que me regalen los sueños, los no vividos, los sueños que son perdidos por el hecho de ser sueños.
Luchar contra el viento es eso, sólo lucha con lamento que te anula cuando pálido ves el esfuerzo perdido, cuando sabes sin remedio que dejarte la piel en ello, sólo te aporta tormento, el trabajo es estéril y el pensamiento un muy denso, los instantes son eternos en un mundo lleno de pesos.
Quisiera encontrar una percha en que colgar mil vestiduras, las que llevamos por dentro y arrastran las amarguras, colgar los vestidos viejos, los harapos de otros tiempos, colgar en cualquier momento lo que sobra en el desierto, los chalecos de pensamiento, los pantalones rotos del tiempo, las camisas con veneno del verano cuando estamos en invierno, las gabardinas de prejuicios y las chaquetas de recelo. Todo aquello que me abruma, todo aquello que sin serlo, hace mi cuerpo pesado y de mi corazón un empedrado sendero, los sombreros de nostalgias que sólo son malos recuerdos, los paraguas que con finas capas, van aislándome del sueño, hasta los trajes florero que te hacen sentir guapo aunque te veas feo por dentro.
Cuantas perchas necesito para colgar tanto peso, cuantas repisas para amontonar mis alforjas que rebosan de amarguras, de solemnes torturas y de gritos callados al tiempo.
Espero encontrar la percha, encontrar esa alma hecha y curtida por el cielo, que me descargue de luchas y que me mire a los ojos, desnudo de despojos y aún así vea dulzura y ni un solo matojo.
Respuesta:
La Percha.
A la deriva, como una ramita que en el agua se aleja, de nada sirven las quejas, todo lleva su rumbo, todo fluye en su mundo. Los días se hacen eternos a la espera de otros versos, los que me hagan sentir pleno, los que me regalen los sueños, los no vividos, los sueños que son perdidos por el hecho de ser sueños.
Luchar contra el viento es eso, sólo lucha con lamento que te anula cuando pálido ves el esfuerzo perdido, cuando sabes sin remedio que dejarte la piel en ello, sólo te aporta tormento, el trabajo es estéril y el pensamiento un muy denso, los instantes son eternos en un mundo lleno de pesos.
Quisiera encontrar una percha en que colgar mil vestiduras, las que llevamos por dentro y arrastran las amarguras, colgar los vestidos viejos, los harapos de otros tiempos, colgar en cualquier momento lo que sobra en el desierto, los chalecos de pensamiento, los pantalones rotos del tiempo, las camisas con veneno del verano cuando estamos en invierno, las gabardinas de prejuicios y las chaquetas de recelo. Todo aquello que me abruma, todo aquello que sin serlo, hace mi cuerpo pesado y de mi corazón un empedrado sendero, los sombreros de nostalgias que sólo son malos recuerdos, los paraguas que con finas capas, van aislándome del sueño, hasta los trajes florero que te hacen sentir guapo aunque te veas feo por dentro.
Cuantas perchas necesito para colgar tanto peso, cuantas repisas para amontonar mis alforjas que rebosan de amarguras, de solemnes torturas y de gritos callados al tiempo.
Espero encontrar la percha, encontrar esa alma hecha y curtida por el cielo, que me descargue de luchas y que me mire a los ojos, desnudo de despojos y aún así vea dulzura y ni un solo matojo.
Autor.- Rafael Rivas.
Explicación:
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