La soberanía fiscal, la soberanía deportiva y la soberanía cultural han sido en Puerto Rico magníficos divertimentos para soslayar la discusión de la soberanía política. Amparadas en sus nichos rutilantes, nos han servido bien a veces. Pero no dejan de ser lo que son: pertrechos coloniales.
Esa conclusión no es mía. Ha sido siempre la posición de la izquierda más lúcida del país.
La discusión de una política cultural coherente me devolvió recientemente a este tema con el maestro Antonio Martorell. Toño recuerda que esa fue la posición articulada por Gilberto Concepción de Gracia para oponerse a la creación del Instituto de Cultura de Puerto Rico en 1955. No prevaleció, por supuesto. Pero quedó para el récord que desde un principio hubo un sector que entendía que la cultura de un país no se debe ceñir a una corporación pública cuasi privada y mucho menos aislarla en un concepto de soberanía selectiva.
Respuesta:
espero que te ayude
Explicación:
La soberanía fiscal, la soberanía deportiva y la soberanía cultural han sido en Puerto Rico magníficos divertimentos para soslayar la discusión de la soberanía política. Amparadas en sus nichos rutilantes, nos han servido bien a veces. Pero no dejan de ser lo que son: pertrechos coloniales.
Esa conclusión no es mía. Ha sido siempre la posición de la izquierda más lúcida del país.
La discusión de una política cultural coherente me devolvió recientemente a este tema con el maestro Antonio Martorell. Toño recuerda que esa fue la posición articulada por Gilberto Concepción de Gracia para oponerse a la creación del Instituto de Cultura de Puerto Rico en 1955. No prevaleció, por supuesto. Pero quedó para el récord que desde un principio hubo un sector que entendía que la cultura de un país no se debe ceñir a una corporación pública cuasi privada y mucho menos aislarla en un concepto de soberanía selectiva.