El Holocausto sacudió los cimientos mismos en que se basa la civilización. No es posible seguir defendiendo los valores ilustrados de racionalidad, solidaridad, igualdad y libertad, sin refundarlos antes sobre una base sólida que se haga cargo del hecho histórico que los demuele.
Solo el conocimiento de la magnitud de la Shoá ejecutada por los nazis y sus colaboradores, permitirá prevenir que hechos semejantes puedan volver a producirse.
Es necesario sostener la terrible verdad de la Shoá frente a quienes la niegan.
(fuente: Guía Didactica de la Shoá. CTIF Madrid Sur . Subdirección General de Formación del Profesorado)
Y, sin embargo, el silencio sigue reinando en las aulas de los colegios cuando hablamos de Holocausto. Especialmente en Primaria y a pesar de los esfuerzos que instituciones públicas y privadas están haciendo en los últimos años (la #RedFormaciónMadrid, el Centro Sefarad, la Comunidad Judía de Madrid y otras localidades, Ayuntamientos, centros educativos...) y que han situado a España, y especialmente a Madrid, como escuché esta misma semana a Miguel de Lucas, Director General del Centro Sefarad-Israel, con una valoración excelente. Muy lentamente las cosas van cambiando.
Es curioso que el 27 de enero pase casi desapercibido cuando desde hace muchísimos años, y volverá a pasar este 2018, unos días después, el 30E, canciones y palomas (sí, de nuevo palomas) inundan los patios y aulas de los colegios para celebrar el Día de la Paz y la No Violencia (aniversario del asesinato de Gandhi). Me pregunto si ha existido alguna violación de la Paz más extrema, más violenta y más aberrante que el Holocausto.
Pero la enseñanza del Holocausto no es ya un deber moral de cualquier docente. Desde hace tiempo es ya una obligación normativa. Sí, ese currículo que en tantas ocasiones nos sirve como coartada para justificar que "no da tiempo" a incluir ciertas cuestiones porque "hay que dar unos contenidos"; ese currículo que esgrimimos para argumentar que andamos siempre agobiados y enseñamos "encorsetados" por miles de estándares; ese mismo currículo (que comparto es desmesurado en Primaria y que urge priorizar qué es lo básico de la Educación Básica) es el que nos exige enseñar el Holocausto.
Hace unos días, en Twitter, el compañero @ToniSolano hacía referencia a ese currículo hablando de metodologías. Porque la normativa, el currículo, nos habla de cooperación, metodologías activas, colaboración, integración de las TIC, portfolio y rúbricas de evaluación... sobre la escritura de la historia y de la prehistoria, y sobre la manera en que los conocimientos del pasado eran obtenidos aplicando la metodología de la historia.
Respuesta:
El Holocausto sacudió los cimientos mismos en que se basa la civilización. No es posible seguir defendiendo los valores ilustrados de racionalidad, solidaridad, igualdad y libertad, sin refundarlos antes sobre una base sólida que se haga cargo del hecho histórico que los demuele.
Solo el conocimiento de la magnitud de la Shoá ejecutada por los nazis y sus colaboradores, permitirá prevenir que hechos semejantes puedan volver a producirse.
Es necesario sostener la terrible verdad de la Shoá frente a quienes la niegan.
(fuente: Guía Didactica de la Shoá. CTIF Madrid Sur . Subdirección General de Formación del Profesorado)
Y, sin embargo, el silencio sigue reinando en las aulas de los colegios cuando hablamos de Holocausto. Especialmente en Primaria y a pesar de los esfuerzos que instituciones públicas y privadas están haciendo en los últimos años (la #RedFormaciónMadrid, el Centro Sefarad, la Comunidad Judía de Madrid y otras localidades, Ayuntamientos, centros educativos...) y que han situado a España, y especialmente a Madrid, como escuché esta misma semana a Miguel de Lucas, Director General del Centro Sefarad-Israel, con una valoración excelente. Muy lentamente las cosas van cambiando.
Es curioso que el 27 de enero pase casi desapercibido cuando desde hace muchísimos años, y volverá a pasar este 2018, unos días después, el 30E, canciones y palomas (sí, de nuevo palomas) inundan los patios y aulas de los colegios para celebrar el Día de la Paz y la No Violencia (aniversario del asesinato de Gandhi). Me pregunto si ha existido alguna violación de la Paz más extrema, más violenta y más aberrante que el Holocausto.
Pero la enseñanza del Holocausto no es ya un deber moral de cualquier docente. Desde hace tiempo es ya una obligación normativa. Sí, ese currículo que en tantas ocasiones nos sirve como coartada para justificar que "no da tiempo" a incluir ciertas cuestiones porque "hay que dar unos contenidos"; ese currículo que esgrimimos para argumentar que andamos siempre agobiados y enseñamos "encorsetados" por miles de estándares; ese mismo currículo (que comparto es desmesurado en Primaria y que urge priorizar qué es lo básico de la Educación Básica) es el que nos exige enseñar el Holocausto.
Hace unos días, en Twitter, el compañero @ToniSolano hacía referencia a ese currículo hablando de metodologías. Porque la normativa, el currículo, nos habla de cooperación, metodologías activas, colaboración, integración de las TIC, portfolio y rúbricas de evaluación... sobre la escritura de la historia y de la prehistoria, y sobre la manera en que los conocimientos del pasado eran obtenidos aplicando la metodología de la historia.
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contienen información,nueva y original,resultado de un trabajo intelectual
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