Después de la Revolución Francesa nada volvió a ser igual. La estructura social y política se modificó para siempre, pese a los numerosos intentos por volver al Antiguo Régimen. ... En apenas una década, la Revolución había creado un estado completamente nuevo. De una monarquía absolutista se había pasado a una república.
Explicación:
Sí y si pregunta tu profesor dile que un si es un si
El pueblo francés ya estaba cansado y no confiaba en la sociedad de órdenes, tal como existía hacia finales del Siglo XVIII y tal como más o menos venía repitiéndose desde hacía cientos de años, puesto que en los hechos había derivado en una clase privilegiada (la nobleza) demasiado rica, con muchos poderes, y poco numerosa, que confrontaba con una mayoría de la población (el llamado estado llano), que era extremadamente pobre, y que tenía muy pocos derechos.
Francia había sufrido, durante los años que precedieron a 1789, numerosas sequías y heladas, lo que había arruinado varias cosechas. No obstante esa penosa situación, los agricultores debían cumplir con sus obligaciones fiscales, independientemente de los rendimientos agrícolas obtenidos. Y poco a poco, y año a año, la situación se transformó en insoportable, pues en los campos y en ciertos sectores de las ciudades, la desnutrición y aún la muerte por inanición, pasó a ser algo relativamente corriente.
Como resultado del devenir económico y de la rigidez de la estructura política, el pueblo aspiraba a mejorar su propia y penosa situación, ya que no podía tolerar ni soportar más una sociedad tan injusta y tan rígida, que los conducía a la extrema pobreza y al hambre.
El agitado período prerrevolucionario de 1788-1789 desembocó en una verdadera movilización popular en la primavera de 1789, en la que la redacción de los cuadernos de quejas y la preparación de los Estados Generales en marzo-abril de 1789 impulsaron un mayor deseo de justicia social y de implicación política de las clases populares. Cuando se abrieron las sesiones de los Estados Generales en mayo de 1789, ya estaba en marcha una revolución política y jurídica que se concretaría en la creación de la Asamblea Nacional, convertida al poco tiempo en Asamblea Nacional Constituyente. 14 de julio de 1789, la Toma de la Bastilla, un cuartel-cárcel símbolo de la justicia arbitraria y del despotismo, marcaría simbólicamente el final del absolutismo.
Respuesta:
Después de la Revolución Francesa nada volvió a ser igual. La estructura social y política se modificó para siempre, pese a los numerosos intentos por volver al Antiguo Régimen. ... En apenas una década, la Revolución había creado un estado completamente nuevo. De una monarquía absolutista se había pasado a una república.
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El pueblo francés ya estaba cansado y no confiaba en la sociedad de órdenes, tal como existía hacia finales del Siglo XVIII y tal como más o menos venía repitiéndose desde hacía cientos de años, puesto que en los hechos había derivado en una clase privilegiada (la nobleza) demasiado rica, con muchos poderes, y poco numerosa, que confrontaba con una mayoría de la población (el llamado estado llano), que era extremadamente pobre, y que tenía muy pocos derechos.
Francia había sufrido, durante los años que precedieron a 1789, numerosas sequías y heladas, lo que había arruinado varias cosechas. No obstante esa penosa situación, los agricultores debían cumplir con sus obligaciones fiscales, independientemente de los rendimientos agrícolas obtenidos. Y poco a poco, y año a año, la situación se transformó en insoportable, pues en los campos y en ciertos sectores de las ciudades, la desnutrición y aún la muerte por inanición, pasó a ser algo relativamente corriente.
Como resultado del devenir económico y de la rigidez de la estructura política, el pueblo aspiraba a mejorar su propia y penosa situación, ya que no podía tolerar ni soportar más una sociedad tan injusta y tan rígida, que los conducía a la extrema pobreza y al hambre.
El agitado período prerrevolucionario de 1788-1789 desembocó en una verdadera movilización popular en la primavera de 1789, en la que la redacción de los cuadernos de quejas y la preparación de los Estados Generales en marzo-abril de 1789 impulsaron un mayor deseo de justicia social y de implicación política de las clases populares. Cuando se abrieron las sesiones de los Estados Generales en mayo de 1789, ya estaba en marcha una revolución política y jurídica que se concretaría en la creación de la Asamblea Nacional, convertida al poco tiempo en Asamblea Nacional Constituyente. 14 de julio de 1789, la Toma de la Bastilla, un cuartel-cárcel símbolo de la justicia arbitraria y del despotismo, marcaría simbólicamente el final del absolutismo.