El mundo cambió radicalmente después de la Gran Guerra. Cayeron los valores tradicionales y aparecieron movimientos alternativos como el pacifismo o el feminismo. Se desarrollaron las las armas químicas y la cirugía estética. Cuatro imperios desaparecieron para dar lugar a las grandes transformaciones europeas.
Explicación:
Millones de soldados lucharon en una guerra de trincheras donde las condiciones eran infrahumanas. ... Además de las víctimas mortales y las ciudades arrasadas, la Primera Guerra Mundial provocó la escasez de alimentos y perjudicó la economía de varios países. Por eso también se la conoce como la Gran GuerrA
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Esta guerra no sólo causó la muerte del 3% de la población mundial, durante seis años destruyó miles de hogares y familias, obligó a muchas personas a abandonar sus casas, a muchos niños a presenciar los asesinatos de sus padres, causó pobreza, hambre, discriminación, persecución, miedo...
Explicación: Los desastrosos efectos de la guerra son de sobra conocidos por la humanidad. Muertos y heridos, destrucción de ciudades y pueblos, enormes daños económicos, pérdida de producción industrial o incluso robo de arte. Pero hay una consecuencia especialmente importante de los conflictos armados que es ignorada con facilidad: su impacto en el medio ambiente y la amenaza que suponen para los esfuerzos de conservación de la biodiversidad.
Por eso, la ONU declaró en 2001 el 6 de noviembre como Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados. Y, en 2016, la Asamblea General reconoció el papel de los ecosistemas saludables y de los recursos gestionados de forma sostenible en la reducción del riesgo de conflicto armado, algo que alinea este día con la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En todo caso, no hay nada mejor que un recorrido por nuestra historia reciente para entender los estragos que puede causar una guerra en los ecosistemas de cualquier región. Estos cuatro ejemplos así lo demuestran:
Las Guerras Mundiales y el armamento sumergido
Al acabar cualquiera de las dos Guerras Mundiales que asolaron el planeta durante la primera mitad del pasado siglo, tanto los alemanes como sobre todo los Aliados tiraron toneladas de armamento al mar para evitar que estas fueran reutilizadas por el enemigo o simplemente porque se habían quedado viejas. Solo en la parte alemana de los mares del Norte y Báltico, una de las zonas mejor estudiadas y de las más contaminadas, hay
Un barco antiminas de la II Guerra Mundial, hundido cerca de Egipto.
algo más de 1,6 millones de toneladas de municiones. También alrededor de Hawái hay un importante cementerio marino de armas estadounidenses. A largo plazo, los compuestos que llevan estas armas, muchos de ellos explosivos, se acaban liberando en el océano, lo que afecta a la química, la salud y hasta los genes de la vida marina.
Esta práctica desapareció tras la firma del convenio de Oslo en 1972, pero las investigaciones aún no han aclarado la cantidad de armamento que se encuentra en el fondo del mar ni, sobre todo, su impacto a largo plazo en los ecosistemas marinos, que puede ser especialmente tóxico.
El agente naranja en Vietnam
Un avión descarga agente naranja sobre selvas en Vietnam, en 1967.
Durante la larga guerra de Vietnam (1955-1975) el Gobierno estadounidense utilizó un gran número de nuevas tácticas para intentar acabar con la guerrilla del Vite Chong. Entre ellas estaban el napalm y el agente naranja, dos productos químicos altamente tóxicos que se usaban para despejar grandes zonas de selva.
La destrucción sistemática de ecosistemas buscaba también acabar con la capacidad de los campesinos para ganarse la vida en el campo, obligándolos a huir a las ciudades dominadas por los Estados Unidos, privando así a la guerrilla de su apoyo rural y cortando suministro de alimentos.
El Congo de la eterna guerra civil
Un campo de refugiados improvisado en Guna (Congo), en 2008.
Entre 1995 y hasta mediados de la primera década del siglo XXI, la zona de la República Democrática del Congo se ha visto inmersa en un conflicto armado complejo, multilateral y que aún deja sentir sus efectos a día de hoy.
En estas guerras, la lucha por el control, el acceso y el uso de los recursos naturales y sus ingresos asociados, ha sido un factor clave de la violencia. La República Democrática del Congo tiene vastos recursos minerales, que están siendo explotados sin pudor por diferentes grupos enfrentados para lucrarse aprovechando la ausencia efectiva de un Estado que controle y legisle. Esto ha provocado la apertura de todo tipo de minas ilegales, que se expanden y contaminan sin control ante la alta demanda de ciertos minerales (como el coltán) en el mercado internacional.
Saddam Hussein y la destrucción de las marismas
Confluencia de los ríos Tigris y Éufrates, en Iraq.
En respuesta a un levantamiento chita en el sur de Irak, a principios de la década de 1990, las tropas del dictador Saddam Hussein (de orientación suní) drenaron las marismas de Mesopotamia, el ecosistema de humedales más grande y antiguo de Oriente Medio, situado en la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates.
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El mundo cambió radicalmente después de la Gran Guerra. Cayeron los valores tradicionales y aparecieron movimientos alternativos como el pacifismo o el feminismo. Se desarrollaron las las armas químicas y la cirugía estética. Cuatro imperios desaparecieron para dar lugar a las grandes transformaciones europeas.
Explicación:
Millones de soldados lucharon en una guerra de trincheras donde las condiciones eran infrahumanas. ... Además de las víctimas mortales y las ciudades arrasadas, la Primera Guerra Mundial provocó la escasez de alimentos y perjudicó la economía de varios países. Por eso también se la conoce como la Gran GuerrA
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Explicación: Los desastrosos efectos de la guerra son de sobra conocidos por la humanidad. Muertos y heridos, destrucción de ciudades y pueblos, enormes daños económicos, pérdida de producción industrial o incluso robo de arte. Pero hay una consecuencia especialmente importante de los conflictos armados que es ignorada con facilidad: su impacto en el medio ambiente y la amenaza que suponen para los esfuerzos de conservación de la biodiversidad.
Por eso, la ONU declaró en 2001 el 6 de noviembre como Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados. Y, en 2016, la Asamblea General reconoció el papel de los ecosistemas saludables y de los recursos gestionados de forma sostenible en la reducción del riesgo de conflicto armado, algo que alinea este día con la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En todo caso, no hay nada mejor que un recorrido por nuestra historia reciente para entender los estragos que puede causar una guerra en los ecosistemas de cualquier región. Estos cuatro ejemplos así lo demuestran:
Las Guerras Mundiales y el armamento sumergido
Al acabar cualquiera de las dos Guerras Mundiales que asolaron el planeta durante la primera mitad del pasado siglo, tanto los alemanes como sobre todo los Aliados tiraron toneladas de armamento al mar para evitar que estas fueran reutilizadas por el enemigo o simplemente porque se habían quedado viejas. Solo en la parte alemana de los mares del Norte y Báltico, una de las zonas mejor estudiadas y de las más contaminadas, hay
Un barco antiminas de la II Guerra Mundial, hundido cerca de Egipto.
algo más de 1,6 millones de toneladas de municiones. También alrededor de Hawái hay un importante cementerio marino de armas estadounidenses. A largo plazo, los compuestos que llevan estas armas, muchos de ellos explosivos, se acaban liberando en el océano, lo que afecta a la química, la salud y hasta los genes de la vida marina.
Esta práctica desapareció tras la firma del convenio de Oslo en 1972, pero las investigaciones aún no han aclarado la cantidad de armamento que se encuentra en el fondo del mar ni, sobre todo, su impacto a largo plazo en los ecosistemas marinos, que puede ser especialmente tóxico.
El agente naranja en Vietnam
Un avión descarga agente naranja sobre selvas en Vietnam, en 1967.
Durante la larga guerra de Vietnam (1955-1975) el Gobierno estadounidense utilizó un gran número de nuevas tácticas para intentar acabar con la guerrilla del Vite Chong. Entre ellas estaban el napalm y el agente naranja, dos productos químicos altamente tóxicos que se usaban para despejar grandes zonas de selva.
La destrucción sistemática de ecosistemas buscaba también acabar con la capacidad de los campesinos para ganarse la vida en el campo, obligándolos a huir a las ciudades dominadas por los Estados Unidos, privando así a la guerrilla de su apoyo rural y cortando suministro de alimentos.
El Congo de la eterna guerra civil
Un campo de refugiados improvisado en Guna (Congo), en 2008.
Entre 1995 y hasta mediados de la primera década del siglo XXI, la zona de la República Democrática del Congo se ha visto inmersa en un conflicto armado complejo, multilateral y que aún deja sentir sus efectos a día de hoy.
En estas guerras, la lucha por el control, el acceso y el uso de los recursos naturales y sus ingresos asociados, ha sido un factor clave de la violencia. La República Democrática del Congo tiene vastos recursos minerales, que están siendo explotados sin pudor por diferentes grupos enfrentados para lucrarse aprovechando la ausencia efectiva de un Estado que controle y legisle. Esto ha provocado la apertura de todo tipo de minas ilegales, que se expanden y contaminan sin control ante la alta demanda de ciertos minerales (como el coltán) en el mercado internacional.
Saddam Hussein y la destrucción de las marismas
Confluencia de los ríos Tigris y Éufrates, en Iraq.
En respuesta a un levantamiento chita en el sur de Irak, a principios de la década de 1990, las tropas del dictador Saddam Hussein (de orientación suní) drenaron las marismas de Mesopotamia, el ecosistema de humedales más grande y antiguo de Oriente Medio, situado en la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates.