Se contaba que le becerro salía bufando del carrizal y sus ojos eran como carbones encendidos, iba hasta el extremo de la calle larga donde se encontraba una piedra, el retobado becerro rasguñaba el polvo en señal de desafío; de la enorme piedra salió una especie de puerca con apariencia de jabalí con siete de sus lechones lanzando gruñidos y de su hocico parecían salir llamas; les daba mucho miedo a las personas que lo veían, porque parecía ser un desafío mortal.