José Félix Benito Uriburu (Salta, 20 de julio de 1868-París, 29 de abril de 1932) fue un militar, dictador y político argentino que alcanzó el grado de teniente general. El 6 de septiembre de 1930, encabezó una sublevación cívico-militar que derrocó al gobierno democrático del presidente Hipólito Yrigoyen, de la Unión Cívica Radical, constituyendo la primera ruptura exitosa del orden constitucional en Argentina después de setenta años de legalidad. Uriburu ocupó de facto la presidencia de la Nación Argentina, auto designándose "Presidente del Gobierno Provisorio".
El gobierno de facto disolvió el Congreso e intervino doce de las entonces catorce provincias del país (con la excepción de San Luis y Entre Ríos, con gobiernos electos que adhirieron al golpe). Uriburu gobernó de este modo por decreto arrogándose los poderes ejecutivo y legislativo del país. Aunque en gran medida compuesto por militares, el gobierno de facto integró progresivamente a una gran cantidad de civiles, la mayoría provenientes de la élite conservadora liberal opositora a Yrigoyen. Del mismo modo, varios sectores que apoyaron al principio la caída de Yrigoyen comenzaron a distanciarse de Uriburu en el transcurso del gobierno de facto por diversos motivos.
La dictadura de Uriburu reprimió con dureza la disidencia por parte de los grupos radicales, comunistas y anarquistas,3 y tuvo como objetivo último instaurar un régimen corporativista.4 5 A pesar de estas intenciones, el rechazo de las élites civiles al proyecto de Uriburu y una victoria electoral radical en comicios más tarde anulados en la provincia de Buenos Aires condujeron al gobierno militar a iniciar un proceso de normalización institucional. Sin embargo, el régimen de facto organizó elecciones fraudulentas en noviembre de 1931, en las que el radicalismo optó por abstenerse ante la nula falta de garantías, permitiendo la elección de Agustín Pedro Justo por una coalición de partidos conservadores. Uriburu entregó el mando al nuevo gobierno el 20 de febrero de 1932. Enfermo desde antes de dejar el poder, Uriburu se retiró a París, Francia, donde murió poco más de dos meses más tarde, el 29 de abril, víctima de un cáncer de estómago.
Su régimen fue legitimado por la Corte Suprema de Justicia por medio de una Acordada, que devino en la doctrina de los gobiernos de facto. Debido a esto último, el golpe de estado realizado por Uriburu inauguró un ciclo de inestabilidad política persistente en la Argentina que se prolongó por más de medio siglo, dando lugar a gobiernos inconstitucionales y represivos llegados al poder por sublevaciones similares en 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Asimismo, muchas de las técnicas de represión y tortura empleadas por el régimen de Uriburu (en particular destacando el uso de la picana eléctrica y las ejecuciones clandestinas de opositores) serían replicadas por las dictaduras posteriores.67 Después de la restauración definitiva de la democracia en Argentina en 1983, varios de los memoriales y homenajes a Uriburu por medio de monumentos y nombres de calles (surgidos a lo largo del siglo XX) han sido progresivamente eliminados.
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José Félix Benito Uriburu (Salta, 20 de julio de 1868-París, 29 de abril de 1932) fue un militar, dictador y político argentino que alcanzó el grado de teniente general. El 6 de septiembre de 1930, encabezó una sublevación cívico-militar que derrocó al gobierno democrático del presidente Hipólito Yrigoyen, de la Unión Cívica Radical, constituyendo la primera ruptura exitosa del orden constitucional en Argentina después de setenta años de legalidad. Uriburu ocupó de facto la presidencia de la Nación Argentina, auto designándose "Presidente del Gobierno Provisorio".
El gobierno de facto disolvió el Congreso e intervino doce de las entonces catorce provincias del país (con la excepción de San Luis y Entre Ríos, con gobiernos electos que adhirieron al golpe). Uriburu gobernó de este modo por decreto arrogándose los poderes ejecutivo y legislativo del país. Aunque en gran medida compuesto por militares, el gobierno de facto integró progresivamente a una gran cantidad de civiles, la mayoría provenientes de la élite conservadora liberal opositora a Yrigoyen. Del mismo modo, varios sectores que apoyaron al principio la caída de Yrigoyen comenzaron a distanciarse de Uriburu en el transcurso del gobierno de facto por diversos motivos.
La dictadura de Uriburu reprimió con dureza la disidencia por parte de los grupos radicales, comunistas y anarquistas,3 y tuvo como objetivo último instaurar un régimen corporativista.4 5 A pesar de estas intenciones, el rechazo de las élites civiles al proyecto de Uriburu y una victoria electoral radical en comicios más tarde anulados en la provincia de Buenos Aires condujeron al gobierno militar a iniciar un proceso de normalización institucional. Sin embargo, el régimen de facto organizó elecciones fraudulentas en noviembre de 1931, en las que el radicalismo optó por abstenerse ante la nula falta de garantías, permitiendo la elección de Agustín Pedro Justo por una coalición de partidos conservadores. Uriburu entregó el mando al nuevo gobierno el 20 de febrero de 1932. Enfermo desde antes de dejar el poder, Uriburu se retiró a París, Francia, donde murió poco más de dos meses más tarde, el 29 de abril, víctima de un cáncer de estómago.
Su régimen fue legitimado por la Corte Suprema de Justicia por medio de una Acordada, que devino en la doctrina de los gobiernos de facto. Debido a esto último, el golpe de estado realizado por Uriburu inauguró un ciclo de inestabilidad política persistente en la Argentina que se prolongó por más de medio siglo, dando lugar a gobiernos inconstitucionales y represivos llegados al poder por sublevaciones similares en 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Asimismo, muchas de las técnicas de represión y tortura empleadas por el régimen de Uriburu (en particular destacando el uso de la picana eléctrica y las ejecuciones clandestinas de opositores) serían replicadas por las dictaduras posteriores.67 Después de la restauración definitiva de la democracia en Argentina en 1983, varios de los memoriales y homenajes a Uriburu por medio de monumentos y nombres de calles (surgidos a lo largo del siglo XX) han sido progresivamente eliminados.
Explicación:
suerte amigo