Muchas veces el modo en que se considera el apodo depende del contexto. Si un amigo le dice a otro “Hola, Gordo, ¿cómo andás?”, es probable que la expresión no resulte ofensiva. En cambio, si le grita “¡Dale, Gordo, apurate que siempre llegás tarde!”, probablemente el apodado no se sienta a gusto.
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Muchas veces el modo en que se considera el apodo depende del contexto. Si un amigo le dice a otro “Hola, Gordo, ¿cómo andás?”, es probable que la expresión no resulte ofensiva. En cambio, si le grita “¡Dale, Gordo, apurate que siempre llegás tarde!”, probablemente el apodado no se sienta a gusto.