En el presente artículo se analiza el origen y desarrollo de una cofradía religiosa, la de los pieles rojas, que aparece en la fiesta de La Tirana el año 1938. Se interpreta, a partir de diversas categorías tales como adaptación, traducción y apropiación, acerca del porqué de la inclusión de los pieles rojas en una fiesta religiosa y popular emplazada en el desierto de Atacama. Se afirma además que la presencia del baile “chuncho”, fue un paso previo para la constitución de este baile de indios norteamericanos. Hacemos hincapié en la personalidad creativa de su fundador, Aniceto Palza Pizarro, que pone en escena un nuevo baile religioso, generando en esa época un quiebre que en la actualidad se percibe como parte del desarrollo habitual de esta manifestación religiosa del Norte Grande de Chile.
Esta fiesta es como un gran texto que no tiene un solo autor. Y en muchos de los casos, sus autores entran a veces en contradicción. Sus gramáticas y semánticas dependerán mucho de quién las enun cie. La leyenda que la crea ha sido también objeto de discusiones, aunque nadie niega su eficacia y el hecho de que la Ñusta se haya convertido al cris tianismo, y por ello, haya sido sacrificada por sus hermanos, los indios.
A la variedad de autores de la fiesta de La Tirana le corresponde también una variedad de lectores. Hasta los años cincuenta, la fiesta de La Tirana se presentaba como un todo homogéneo. Los bailes religiosos que asistían presentaban un denominador común. Eran cofradías locales que representaban, en parte, lo que el paisaje geográfico y económico les suministraba, lo cual las relacionaba con la eco nomía agrícola y pastoril del territorio. Entre estas cofradías encontramos a las Cuyacas, Chunchos y Morenos, entre otros. Los Chinos venidos de Anda- collo, con su indumentaria de mineros, pronto sin tonizaron con el ambiente festivo (Guerrero 2007). Era una fiesta local que no traspasaba las fronteras regionales, a excepción de los Chinos.5 El aparato eclesiástico tenía una mínima injerencia. Por ejem plo, el año 1900, el obispo de la época, Juan Guiller mo Carter Gallo, acude solamente por el día 16 de julio. Hoy la situación es diametralmente opuesta. La Iglesia católica se desplaza en forma masiva a la fiesta. Y permanece en el pueblo por cerca de 15 días.
Respuesta:
En el presente artículo se analiza el origen y desarrollo de una cofradía religiosa, la de los pieles rojas, que aparece en la fiesta de La Tirana el año 1938. Se interpreta, a partir de diversas categorías tales como adaptación, traducción y apropiación, acerca del porqué de la inclusión de los pieles rojas en una fiesta religiosa y popular emplazada en el desierto de Atacama. Se afirma además que la presencia del baile “chuncho”, fue un paso previo para la constitución de este baile de indios norteamericanos. Hacemos hincapié en la personalidad creativa de su fundador, Aniceto Palza Pizarro, que pone en escena un nuevo baile religioso, generando en esa época un quiebre que en la actualidad se percibe como parte del desarrollo habitual de esta manifestación religiosa del Norte Grande de Chile.
Esta fiesta es como un gran texto que no tiene un solo autor. Y en muchos de los casos, sus autores entran a veces en contradicción. Sus gramáticas y semánticas dependerán mucho de quién las enun cie. La leyenda que la crea ha sido también objeto de discusiones, aunque nadie niega su eficacia y el hecho de que la Ñusta se haya convertido al cris tianismo, y por ello, haya sido sacrificada por sus hermanos, los indios.
A la variedad de autores de la fiesta de La Tirana le corresponde también una variedad de lectores. Hasta los años cincuenta, la fiesta de La Tirana se presentaba como un todo homogéneo. Los bailes religiosos que asistían presentaban un denominador común. Eran cofradías locales que representaban, en parte, lo que el paisaje geográfico y económico les suministraba, lo cual las relacionaba con la eco nomía agrícola y pastoril del territorio. Entre estas cofradías encontramos a las Cuyacas, Chunchos y Morenos, entre otros. Los Chinos venidos de Anda- collo, con su indumentaria de mineros, pronto sin tonizaron con el ambiente festivo (Guerrero 2007). Era una fiesta local que no traspasaba las fronteras regionales, a excepción de los Chinos.5 El aparato eclesiástico tenía una mínima injerencia. Por ejem plo, el año 1900, el obispo de la época, Juan Guiller mo Carter Gallo, acude solamente por el día 16 de julio. Hoy la situación es diametralmente opuesta. La Iglesia católica se desplaza en forma masiva a la fiesta. Y permanece en el pueblo por cerca de 15 días.