Hernández Girón, aunque gestionaba una excelente encomienda en Cuzco, su oposición a la aplicación de las lesivas Leyes Nuevas lo llevaron a rebelarse contra el rey español.
Apoyado por otros inconformes, Hernández Girón presentó un escrito al corregidor de Cuzco para que abandonase la ciudad, pero el funcionario hizo caso omiso a los requerimientos del rebelde y rompió el memorial sin leerlo. En la noche del 12 de noviembre de 1553, Hernández Girón declaró abiertamente su oposición a la Corona, prendía al corregidor mientras los rebeldes arrasaban su casa y se lo llevaban detenido hasta Lima.
Hernández Girón había juntado un ejército de 900 hombres para dirigirse a Lima. La Real Audiencia, armó otro ejército al mando de Pedro de Meneses, que no consiguió vencer a las fuerzas de Hernández Girón. La Real Audiencia no desistió del intento, pero el rebelde rehizo sus efectivos y nuevamente se enfrentó a las fuerzas reales del mariscal Alonso de Alvarado y las venció en la batalla de Chuquinga.
Las autoridades de Lima y el pueblo peruano ya habían sufrido bastantes descalabros con el alzamiento de Gonzalo Pizarro y no deseaban verse envueltos en más discordias fraternas, promovidas por los descontentos que seguían pensando en abolir las abusivas Leyes Nuevas. La Real Audiencia volvió a intentar cortar las aspiraciones del nuevo rebelde.
En la batalla de Pucara, el 8 de octubre de 1554, Hernández Girón fue derrotado. Logró escapar, pero a los 2 meses fue detenido y llevado a Lima. Fue condenado a muerte y ejecutado en los primeros días de diciembre de 1554. Su cabeza fue clavada en la picota en la plaza de armas de Lima, su casa fue derribada y sembrada de sal.
Hernández Girón, aunque gestionaba una excelente encomienda en Cuzco, su oposición a la aplicación de las lesivas Leyes Nuevas lo llevaron a rebelarse contra el rey español.
Apoyado por otros inconformes, Hernández Girón presentó un escrito al corregidor de Cuzco para que abandonase la ciudad, pero el funcionario hizo caso omiso a los requerimientos del rebelde y rompió el memorial sin leerlo. En la noche del 12 de noviembre de 1553, Hernández Girón declaró abiertamente su oposición a la Corona, prendía al corregidor mientras los rebeldes arrasaban su casa y se lo llevaban detenido hasta Lima.
Hernández Girón había juntado un ejército de 900 hombres para dirigirse a Lima. La Real Audiencia, armó otro ejército al mando de Pedro de Meneses, que no consiguió vencer a las fuerzas de Hernández Girón. La Real Audiencia no desistió del intento, pero el rebelde rehizo sus efectivos y nuevamente se enfrentó a las fuerzas reales del mariscal Alonso de Alvarado y las venció en la batalla de Chuquinga.
Las autoridades de Lima y el pueblo peruano ya habían sufrido bastantes descalabros con el alzamiento de Gonzalo Pizarro y no deseaban verse envueltos en más discordias fraternas, promovidas por los descontentos que seguían pensando en abolir las abusivas Leyes Nuevas. La Real Audiencia volvió a intentar cortar las aspiraciones del nuevo rebelde.
En la batalla de Pucara, el 8 de octubre de 1554, Hernández Girón fue derrotado. Logró escapar, pero a los 2 meses fue detenido y llevado a Lima. Fue condenado a muerte y ejecutado en los primeros días de diciembre de 1554. Su cabeza fue clavada en la picota en la plaza de armas de Lima, su casa fue derribada y sembrada de sal.