Cuando nuestro sistema inmunitario reacciona ante una infección, se da una respuesta que conocemos comoinflamación, producida por el desplazamiento de los glóbulos blancos -nuestras células defensoras- hasta el punto del organismo en el que están actuando los microorganismos infecciosos. Por ejemplo, se puede inflamar la zona donde nos hemos hecho un corte o herida o, durante un catarro, la garganta.
Los glóbulos blancos, conocidos también como leucocitos, se fabrican, se almacenan y maduran en diferentes partes del cuerpo, como el timo, el bazo, la médula ósea o los ganglios linfáticos, entre otros. Estos glóbulos pueden ser de varios tipos y cada uno ataca al “enemigo” de una manera distinta, complementaria entre sí. En general, ante la presencia de sustancias desconocidas, los glóbulos blancos se desplazarán de manera coordinada a través de los vasos sanguíneos y linfáticos a la parte del cuerpo afectada con el fin de combatir la amenaza.
En concreto, uno de estos tipos de glóbulos blancos fabrica anticuerpos específicos para combatir los antígenos. Una vez superada la infección, y cuando se produce un segundo contacto, nuestro sistema inmunitario es capaz de reconocer esos agentes que nos habían atacado con anterioridad. Esto se llama memoria inmunitaria: los glóbulos blancos que recuerdan ese patógeno en concreto producen más rápido, en más cantidad y de mejor calidad los anticuerpos específicos que se requieren; es decir, producen una especie de “superanticuerpos”. De esta forma, si vuelve a presentarse el mismo agente infeccioso, estaremos preparados para combatirlo y nuestro sistema inmune dará una respuesta mucho más inmediata y eficaz.
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kyadiragal
mmm, vuelve a publicarla o mandame mensaje en instagram y te mando las fotos que necesites
Respuesta:
Cuando nuestro sistema inmunitario reacciona ante una infección, se da una respuesta que conocemos comoinflamación, producida por el desplazamiento de los glóbulos blancos -nuestras células defensoras- hasta el punto del organismo en el que están actuando los microorganismos infecciosos. Por ejemplo, se puede inflamar la zona donde nos hemos hecho un corte o herida o, durante un catarro, la garganta.
Los glóbulos blancos, conocidos también como leucocitos, se fabrican, se almacenan y maduran en diferentes partes del cuerpo, como el timo, el bazo, la médula ósea o los ganglios linfáticos, entre otros. Estos glóbulos pueden ser de varios tipos y cada uno ataca al “enemigo” de una manera distinta, complementaria entre sí. En general, ante la presencia de sustancias desconocidas, los glóbulos blancos se desplazarán de manera coordinada a través de los vasos sanguíneos y linfáticos a la parte del cuerpo afectada con el fin de combatir la amenaza.
En concreto, uno de estos tipos de glóbulos blancos fabrica anticuerpos específicos para combatir los antígenos. Una vez superada la infección, y cuando se produce un segundo contacto, nuestro sistema inmunitario es capaz de reconocer esos agentes que nos habían atacado con anterioridad. Esto se llama memoria inmunitaria: los glóbulos blancos que recuerdan ese patógeno en concreto producen más rápido, en más cantidad y de mejor calidad los anticuerpos específicos que se requieren; es decir, producen una especie de “superanticuerpos”. De esta forma, si vuelve a presentarse el mismo agente infeccioso, estaremos preparados para combatirlo y nuestro sistema inmune dará una respuesta mucho más inmediata y eficaz.