En lo que respecta a las relaciones internacionales los años finales de la década de los cincuenta y los primeros sesenta presenciaron no sólo la aparición de la coexistencia pacífica competitiva sino también la generalización del proceso de descolonización que ya no se limitó tan sólo a Asia sino que se convirtió en una realidad también en África. De esta cuestión se tratará más adelante con cierto pormenor pero lo que ahora nos interesa es que la emancipación de las colonias supuso un impacto directo y de primera importancia sobre las relaciones internacionales. Por una parte, la ONU jugó un papel muy importante en el proceso descolonizador -aunque sólo en 1961 vería aprobada una resolución de acuerdo con la cual toda colonia debía llegar a la independencia- y, por otra, no sólo cambió la composición de la ONU sino también el contenido de sus debates que, en adelante, se centraron en gran medida en esta cuestión. Incluso puede añadirse que el propio contenido de las actitudes del grueso de los países presentes en la Asamblea de la ONU se fue modificando de forma significativa. Los países recién llegados a la independencia propendieron a ser críticos respecto a la posición de los occidentales, incluidos los Estados Unidos. A comienzos de los años sesenta hubiera sido mucho menos imaginable, por ejemplo, una resolución como la que se tomó sobre la Guerra de Corea, condenatoria de la agresión por parte del régimen comunista del Norte. Como mínimo, los países del Tercer Mundo hicieron que se oyeran otras voces en este gran escenario de la política mundial. Aunque las grandes potencias conservaran su poder de veto y, por lo tanto, la capacidad de detener en un momento determinado la acción del Consejo de Seguridad, la Asamblea, en donde los países independizados recientemente y aquellos que lo habían sido durante la primera oleada de la descolonización pronto tuvieron la mayoría, adquirió un papel más relevante al menos desde el punto de vista de la opinión pública internacional. También el secretariado general de la ONU desempeñó un papel creciente y no puramente ejecutivo, tal como había sido pensado en un primer momento y sobre él la influencia de los países del Tercer Mundo tendió a ser cada vez más importante. En un principio, los secretarios generales de la ONU fueron escandinavos: el noruego Tryve Lie (1946-1953) y el sueco Dag Hammarskjöld (1953-1961). Esa común procedencia geográfica no debe hacer olvidar, sin embargo, que Noruega era un país alineado con el mundo occidental, incluso en lo que respecta a su integración en la OTAN, aunque no en la naciente Europa, mientras que Suecia siempre mantuvo una estricta neutralidad. Fue el segundo quien por vez primera asumió la organización de misiones de paz protagonizadas por la ONU, como el estacionamiento de tropas de interposición después de la Guerra de Suez o el envío de observadores militares al Líbano. Precisamente en una misión de paz de la organización internacional en el Congo, Hammarskjöld perdió la vida. Quien le sucedió fue el birmano U Thant, por vez primera una persona procedente de un país del Tercer Mundo recientemente emancipado.
En lo que respecta a las relaciones internacionales los años finales de la década de los cincuenta y los primeros sesenta presenciaron no sólo la aparición de la coexistencia pacífica competitiva sino también la generalización del proceso de descolonización que ya no se limitó tan sólo a Asia sino que se convirtió en una realidad también en África. De esta cuestión se tratará más adelante con cierto pormenor pero lo que ahora nos interesa es que la emancipación de las colonias supuso un impacto directo y de primera importancia sobre las relaciones internacionales. Por una parte, la ONU jugó un papel muy importante en el proceso descolonizador -aunque sólo en 1961 vería aprobada una resolución de acuerdo con la cual toda colonia debía llegar a la independencia- y, por otra, no sólo cambió la composición de la ONU sino también el contenido de sus debates que, en adelante, se centraron en gran medida en esta cuestión. Incluso puede añadirse que el propio contenido de las actitudes del grueso de los países presentes en la Asamblea de la ONU se fue modificando de forma significativa. Los países recién llegados a la independencia propendieron a ser críticos respecto a la posición de los occidentales, incluidos los Estados Unidos. A comienzos de los años sesenta hubiera sido mucho menos imaginable, por ejemplo, una resolución como la que se tomó sobre la Guerra de Corea, condenatoria de la agresión por parte del régimen comunista del Norte. Como mínimo, los países del Tercer Mundo hicieron que se oyeran otras voces en este gran escenario de la política mundial.
Aunque las grandes potencias conservaran su poder de veto y, por lo tanto, la capacidad de detener en un momento determinado la acción del Consejo de Seguridad, la Asamblea, en donde los países independizados recientemente y aquellos que lo habían sido durante la primera oleada de la descolonización pronto tuvieron la mayoría, adquirió un papel más relevante al menos desde el punto de vista de la opinión pública internacional. También el secretariado general de la ONU desempeñó un papel creciente y no puramente ejecutivo, tal como había sido pensado en un primer momento y sobre él la influencia de los países del Tercer Mundo tendió a ser cada vez más importante. En un principio, los secretarios generales de la ONU fueron escandinavos: el noruego Tryve Lie (1946-1953) y el sueco Dag Hammarskjöld (1953-1961). Esa común procedencia geográfica no debe hacer olvidar, sin embargo, que Noruega era un país alineado con el mundo occidental, incluso en lo que respecta a su integración en la OTAN, aunque no en la naciente Europa, mientras que Suecia siempre mantuvo una estricta neutralidad. Fue el segundo quien por vez primera asumió la organización de misiones de paz protagonizadas por la ONU, como el estacionamiento de tropas de interposición después de la Guerra de Suez o el envío de observadores militares al Líbano. Precisamente en una misión de paz de la organización internacional en el Congo, Hammarskjöld perdió la vida. Quien le sucedió fue el birmano U Thant, por vez primera una persona procedente de un país del Tercer Mundo recientemente emancipado.