1.-Maneja tus emociones. Recuerda que los niños, niñas y adolescentes aprenden conductas emocionales de los adultos significativos en sus vidas, por lo que la forma en que los adultos responden a una crisis tiene impacto en ellos.
No es lo que pasa, sino lo que pensamos de una persona o una situación lo que nos hace enojar. Por eso es muy importante identificar nuestros juicios y opiniones, para reconocer que no son los otros ni lo que está ocurriendo lo que necesitamos cambiar, sino nuestras creencias. Las personas más agresivas suelen ser las que tienen más ideas preconcebidas sobre cómo deberían ser las cosas. Cuanto más flexibles seamos, más fácilmente podremos observar lo que pasa y reconocer lo que nos agrada o nos disgusta, pero sin dejarnos llevar por la ira. Si evaluamos, el otro tomará nuestro comentario como una crítica, y automáticamente se defenderá.
2 - Sentir
Ser capaces de definir lo que sentimos es la clave para lidiar con nuestras emociones negativas. Para expresar lo que estamos sintiendo, no basta con saber qué nos molesta, porque a veces lo que pensamos no coincide con lo que dice nuestro corazón. Debemos sentir, definir con claridad ese sentimiento y luego expresarlo de manera responsable.
3 - Pedir
Al reconocer lo que no nos gusta y los sentimientos que eso nos provoca, podemos expresar a los demás lo que necesitamos. No se trata de exigir, sino de ser más conscientes y respetuosos al pedir algo. Si lo hacemos con violencia, como una amenaza, el otro optará por someterse o rebelarse, y nada de esto aportará armonía. En cambio, si luego de expresar nuestro disgusto sin hacer juicios críticos, pedimos claramente lo que necesitamos, será más probable que los demás nos entiendan y respeten.
Necesitamos darnos tiempo para comunicarnos de verdad, conectarnos con los demás, y no limitarnos a un peligroso intercambio de ataques y defensas. Debemos pensar menos en el “yo” y más en el “nosotros”, ponernos en el lugar de la otra persona y aceptarla tal como es.
En definitiva, tendemos a actuar con violencia cuando queremos imponer nuestra razón. Pero si cambiamos la forma de comunicarnos, veremos cómo el respeto, la comprensión, la compasión y la gratitud irán reemplazando poco a poco los prejuicios, la agresividad y la desconfianza.
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Respuesta:
1.-Maneja tus emociones. Recuerda que los niños, niñas y adolescentes aprenden conductas emocionales de los adultos significativos en sus vidas, por lo que la forma en que los adultos responden a una crisis tiene impacto en ellos.
2.-Comunícate mejor.
3.-Demuestra afecto.
Explicación:
espero te ayude
Respuesta:
No es lo que pasa, sino lo que pensamos de una persona o una situación lo que nos hace enojar. Por eso es muy importante identificar nuestros juicios y opiniones, para reconocer que no son los otros ni lo que está ocurriendo lo que necesitamos cambiar, sino nuestras creencias. Las personas más agresivas suelen ser las que tienen más ideas preconcebidas sobre cómo deberían ser las cosas. Cuanto más flexibles seamos, más fácilmente podremos observar lo que pasa y reconocer lo que nos agrada o nos disgusta, pero sin dejarnos llevar por la ira. Si evaluamos, el otro tomará nuestro comentario como una crítica, y automáticamente se defenderá.
2 - Sentir
Ser capaces de definir lo que sentimos es la clave para lidiar con nuestras emociones negativas. Para expresar lo que estamos sintiendo, no basta con saber qué nos molesta, porque a veces lo que pensamos no coincide con lo que dice nuestro corazón. Debemos sentir, definir con claridad ese sentimiento y luego expresarlo de manera responsable.
3 - Pedir
Al reconocer lo que no nos gusta y los sentimientos que eso nos provoca, podemos expresar a los demás lo que necesitamos. No se trata de exigir, sino de ser más conscientes y respetuosos al pedir algo. Si lo hacemos con violencia, como una amenaza, el otro optará por someterse o rebelarse, y nada de esto aportará armonía. En cambio, si luego de expresar nuestro disgusto sin hacer juicios críticos, pedimos claramente lo que necesitamos, será más probable que los demás nos entiendan y respeten.
Necesitamos darnos tiempo para comunicarnos de verdad, conectarnos con los demás, y no limitarnos a un peligroso intercambio de ataques y defensas. Debemos pensar menos en el “yo” y más en el “nosotros”, ponernos en el lugar de la otra persona y aceptarla tal como es.
En definitiva, tendemos a actuar con violencia cuando queremos imponer nuestra razón. Pero si cambiamos la forma de comunicarnos, veremos cómo el respeto, la comprensión, la compasión y la gratitud irán reemplazando poco a poco los prejuicios, la agresividad y la desconfianza.
Explicación:
Espero que te sirva