Para jugar, se rellena el peluche con el arroz y los trozos de uñas, para luego atarlo por todo el cuerpo con el hilo rojo (coseremos la parte por la que lo hemos rellenado también). En la bañera llena de agua, echaremos la sal. Debemos de ponerle un nombre al muñeco, que no sea el tuyo. Se coge al peluche y se repite ese nombre tres veces, añadiendo ”ES MI TURNO”, para luego ponerlo en la bañera con sal.
Se supone que a partir de aquí empieza la parte siniestra del juego: todas las luces de la casa han de estar apagadas, y llega el momento de esconderte. Cuenta hasta diez, y dirígete al baño con el objeto punzante, que deberás clavarle al muñeco a la vez que dices “te encontré. Ahora es tu turno (y el nombre)”. Aquí es donde se supone que deberás esconderte del muñeco, que te perseguirá, y si te encuentra, te clavará el objeto punzante sin miramiento alguno, para poseerte después.
Para poder terminar con el juego siniestro, los atrevidos que decidieron hacerlo tienen una manera (menos mal) y es salir del escondite, encontrar al muñeco, beber el agua con sal y escupírsela al muñeco. Cerrar los ojos y decir “he ganado” tres veces, solo así se irá el muñeco.
Parece un juego, pero lleva tiempo circulando por Japón. Se supone que demuestra el control que uno tiene para con los espíritus que hay por ahí. Se dice que si ganas dos veces, el muñeco/espíritu te responderá a aquello que le preguntes
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