Español: Subraya o escribe los verbos en preterito y coloca la tilde en la forma que deben llevarla:
Conoci a do Manuel Gutierrez Majera allá por 1894, cuando fundo la ''REVISTA AZUL'' con su amigo Carlos Días Dufoo. Yo me senti muy halagado cuando Don Luis G. Urbina me presento con don Manuel una trde de Junio que decidi ir al Café del Cazador, en la famosa calle del Plateros.Recién entre al local, Don Luis me salio al paso y me pidio que lo acompañara a la mesa que reservo para el y sus amigos.Acepte ee buena gana y lo segui hasta un ricon muy agradable. Don Luis pidio la palabra y hablo maravillas de mí. Dijo tantas cosas que me avergonze. Entonces, Don Manuel se levanto, extendio su mano franca y dibujo en su rostro esa sonrisa tan suya. Durate muchos años guarde este recuerdo como un tesoro, y no lo comparti con nadie hasta ahora que escribo mis memorias.
Conocí a don Manuel Gutiérrez Majera allá por 1894, cuando fundó la ''REVISTA AZUL'' con su amigo Carlos Días Dufoo. Yo me sentí muy halagado cuando Don Luís G. Urbina me presentó con don Manuel una tarde de junio que decidí ir al Café del Cazador, en la famosa calle del Plateros. Recién entré al local, Don Luís me salió al paso y me pidió que lo acompañara a la mesa que reservó para él y sus amigos.Acepté de buena gana y lo seguí hasta un rincón muy agradable. Don Luís pidió la palabra y habló maravillas de mí. Dijo tantas cosas que me avergonzé. Entonces, Don Manuel se levantó, extendió su mano franca y dibujó en su rostro esa sonrisa tan suya. Durante muchos años guardé este recuerdo como un tesoro, y no lo compartí con nadie hasta ahora que escribo mis memorias.
Conocí a don Manuel Gutiérrez Majera allá por 1894, cuando fundó la ''REVISTA AZUL'' con su amigo Carlos Días Dufoo.
Yo me sentí muy halagado cuando Don Luís G. Urbina me presentó con don Manuel una tarde de junio que decidí ir al Café del Cazador, en la famosa calle del Plateros.
Recién entré al local, Don Luís me salió al paso y me pidió que lo acompañara a la mesa que reservó para él y sus amigos.Acepté de buena gana y lo seguí hasta un rincón muy agradable.
Don Luís pidió la palabra y habló maravillas de mí. Dijo tantas cosas que me avergonzé.
Entonces, Don Manuel se levantó, extendió su mano franca y dibujó en su rostro esa sonrisa tan suya. Durante muchos años guardé este recuerdo como un tesoro, y no lo compartí con nadie hasta ahora que escribo mis memorias.