El mes pasado, publiqué aquí mismo, un estudio del cuento La excavación, perteneciente al libro El trueno entre las hojas (1953), del escritor Augusto Roa Bastos (Asunción, Paraguay, 13 de junio de 1917 – ídem, 26 de abril de 2005). Allí, el Cervantes paraguayo, nos da a conocer la historia del recluso Perucho Rodi, un antiguo combatiente de la Guerra del Chaco, que se encuentra recluido, en condiciones infrahumanas en una cárcel paraguaya. Si bien en ese relato, Roa Bastos no se centra en el conflicto bélico que mantuvieron paraguayos y bolivianos, sino en la lucha de Rodi por alcanzar la libertad, la guerra es un telón de fondo, ya que Rodi, en sus momentos de asfixia y alucinaciones recuerda su etapa de combatiente en el Chaco. Allí, en el frente de Gondra, había excavado un túnel de ochenta metros desde su trinchera hasta la parte posterior de la retaguardia de los bolivianos, estrategia con que los paraguayos lograron tomar por sorpresa al enemigo y por ende lograron ganar esa batalla. Pero mi interés ahora, no es detenerme en el análisis de ese relato paraguayo, sino que hago referencia a él, por el simple hecho de que, en el presente artículo, trabajaré con una ficción con el mismo telón de fondo, pero visto desde el otro bando, trabajaré con un cuento boliviano.
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El mes pasado, publiqué aquí mismo, un estudio del cuento La excavación, perteneciente al libro El trueno entre las hojas (1953), del escritor Augusto Roa Bastos (Asunción, Paraguay, 13 de junio de 1917 – ídem, 26 de abril de 2005). Allí, el Cervantes paraguayo, nos da a conocer la historia del recluso Perucho Rodi, un antiguo combatiente de la Guerra del Chaco, que se encuentra recluido, en condiciones infrahumanas en una cárcel paraguaya. Si bien en ese relato, Roa Bastos no se centra en el conflicto bélico que mantuvieron paraguayos y bolivianos, sino en la lucha de Rodi por alcanzar la libertad, la guerra es un telón de fondo, ya que Rodi, en sus momentos de asfixia y alucinaciones recuerda su etapa de combatiente en el Chaco. Allí, en el frente de Gondra, había excavado un túnel de ochenta metros desde su trinchera hasta la parte posterior de la retaguardia de los bolivianos, estrategia con que los paraguayos lograron tomar por sorpresa al enemigo y por ende lograron ganar esa batalla. Pero mi interés ahora, no es detenerme en el análisis de ese relato paraguayo, sino que hago referencia a él, por el simple hecho de que, en el presente artículo, trabajaré con una ficción con el mismo telón de fondo, pero visto desde el otro bando, trabajaré con un cuento boliviano.