Espacios públicos de calidad: El espacio público como lugar de encuentro ha adquirido una relevancia única durante los últimos años. Revitalizar espacios degradados, incorporar procesos de participación y apropiación en su diseño, teniendo en cuenta aspectos de género y edad, recuperar zonas de ríos y bañados, como paseos costeros, han generado lugares de encuentro ciudadano y mejor ciudad. Ejemplos como el de Rosario en Argentina –ciudad donde el 40% de la población vive a 500 metros o menos de una vía para la bicicleta, o el del 42 kilómetros pedaleables sobre la ribera del río Mapocho en Santiago, Chile- se replican en varias ciudades. Temas como la recuperación de franjas costeras para espacio público recreativo nos muestran una doble oportunidad: un lugar de encuentro ciudadano que mejora la calidad de vida y una alternativa de respuesta a los desafíos que el cambio climático trae para las ciudades del siglo XXI.
Seguridad: América Latina es la región más violenta del mundo, y sus números son alarmantes. Ocho de los diez países con más homicidios en el mundo están en nuestra región, así como 47 de las 50 ciudades más violentas. Uno de cada tres adultos latinoamericanos considera el crimen y la violencia como el tema de mayor prioridad. Una nota positiva es que el mayor involucramiento de los actores locales en los temas de seguridad, sobre todo en materia preventiva, está dando buenos resultados. La posibilidad de diseñar espacios públicos más seguros, realizar inteligencia con el uso de datos y detectar puntos calientes, entre otros, dan sus frutos. En el caso específico de Montevideo, se está trabajando a nivel territorial con prevención situacional a través del diseño de espacios públicos, incorporando el saber de los nativos de lugar sobre la seguridad-inseguridad del barrio Marconi.
Movilidad: Hay un balance entre el mayor bienestar de una ciudad, producto de las ganancias de la aglomeración, y los costos de la congestión vehicular. Movilidad sostenible y equitativa es básico para una mejor ciudad. La priorización del peatón, fomentar el uso de la bicicleta, la formalización y eficiencia del transporte público y una multimodalidad que posibilite la disminución de los tiempos de traslado, son ejes del gran desafío en materia de movilidad urbana. En México, por citar un ejemplo, los habitantes pasan en promedio 88 minutos de viaje en un día laboral, mientras que en Bogotá 97 minutos. Un 30% de los mexicanos, seguramente de menores ingresos, pasan hasta dos horas al día en el transporte.
Resiliencia: Mejor ciudad es también una ciudad más preparada para contrarrestar los efectos del cambio climático. Estos efectos adversos, cada vez más frecuentes, son oportunidades para pensar de una manera distinta la infraestructura urbana. En los últimos años se ha mostrado un mayor interés en incorporar el tema de la sostenibilidad ambiental en los planes urbanos. Cada vez más ciudades de América Latina y el Caribe participan en iniciativas para mitigar la huella de carbono y para mejorar la capacidad de adaptación al cambio climático. En América Latina, ya son 11 las ciudades que forman parte del grupo C40, la red global de megaciudades que promueve buenas prácticas en la reducción del riesgo ambiental. También, varias ciudades de nuestro entorno participan del grupo de 100 ciudades resilientes, una red de la Fundación Rockefeller.
Gobernanza: Una mejor ciudad es también una ciudad más transparente, de mayor cercanía al ciudadano. Una ciudad que busca mecanismos para resolver los problemas de vida de la gente también hace a una mejor ciudad. La escala metropolitana obliga a coordinarse en temas tales como transporte, manejo de aguas, polución del aire residuos, seguridad, áreas verdes, entre los más importantes. Hay problemas que requieren ser resueltos en conjunto. ¿Qué sentido tendría, por ejemplo, trabajar en mejorar el transporte en una ciudad central cuando solamente un 50% de la gente que allí trabaja viene de ciudades aledañas?
Respuesta:
Espacios públicos de calidad: El espacio público como lugar de encuentro ha adquirido una relevancia única durante los últimos años. Revitalizar espacios degradados, incorporar procesos de participación y apropiación en su diseño, teniendo en cuenta aspectos de género y edad, recuperar zonas de ríos y bañados, como paseos costeros, han generado lugares de encuentro ciudadano y mejor ciudad. Ejemplos como el de Rosario en Argentina –ciudad donde el 40% de la población vive a 500 metros o menos de una vía para la bicicleta, o el del 42 kilómetros pedaleables sobre la ribera del río Mapocho en Santiago, Chile- se replican en varias ciudades. Temas como la recuperación de franjas costeras para espacio público recreativo nos muestran una doble oportunidad: un lugar de encuentro ciudadano que mejora la calidad de vida y una alternativa de respuesta a los desafíos que el cambio climático trae para las ciudades del siglo XXI.
Seguridad: América Latina es la región más violenta del mundo, y sus números son alarmantes. Ocho de los diez países con más homicidios en el mundo están en nuestra región, así como 47 de las 50 ciudades más violentas. Uno de cada tres adultos latinoamericanos considera el crimen y la violencia como el tema de mayor prioridad. Una nota positiva es que el mayor involucramiento de los actores locales en los temas de seguridad, sobre todo en materia preventiva, está dando buenos resultados. La posibilidad de diseñar espacios públicos más seguros, realizar inteligencia con el uso de datos y detectar puntos calientes, entre otros, dan sus frutos. En el caso específico de Montevideo, se está trabajando a nivel territorial con prevención situacional a través del diseño de espacios públicos, incorporando el saber de los nativos de lugar sobre la seguridad-inseguridad del barrio Marconi.
Movilidad: Hay un balance entre el mayor bienestar de una ciudad, producto de las ganancias de la aglomeración, y los costos de la congestión vehicular. Movilidad sostenible y equitativa es básico para una mejor ciudad. La priorización del peatón, fomentar el uso de la bicicleta, la formalización y eficiencia del transporte público y una multimodalidad que posibilite la disminución de los tiempos de traslado, son ejes del gran desafío en materia de movilidad urbana. En México, por citar un ejemplo, los habitantes pasan en promedio 88 minutos de viaje en un día laboral, mientras que en Bogotá 97 minutos. Un 30% de los mexicanos, seguramente de menores ingresos, pasan hasta dos horas al día en el transporte.
Resiliencia: Mejor ciudad es también una ciudad más preparada para contrarrestar los efectos del cambio climático. Estos efectos adversos, cada vez más frecuentes, son oportunidades para pensar de una manera distinta la infraestructura urbana. En los últimos años se ha mostrado un mayor interés en incorporar el tema de la sostenibilidad ambiental en los planes urbanos. Cada vez más ciudades de América Latina y el Caribe participan en iniciativas para mitigar la huella de carbono y para mejorar la capacidad de adaptación al cambio climático. En América Latina, ya son 11 las ciudades que forman parte del grupo C40, la red global de megaciudades que promueve buenas prácticas en la reducción del riesgo ambiental. También, varias ciudades de nuestro entorno participan del grupo de 100 ciudades resilientes, una red de la Fundación Rockefeller.
Gobernanza: Una mejor ciudad es también una ciudad más transparente, de mayor cercanía al ciudadano. Una ciudad que busca mecanismos para resolver los problemas de vida de la gente también hace a una mejor ciudad. La escala metropolitana obliga a coordinarse en temas tales como transporte, manejo de aguas, polución del aire residuos, seguridad, áreas verdes, entre los más importantes. Hay problemas que requieren ser resueltos en conjunto. ¿Qué sentido tendría, por ejemplo, trabajar en mejorar el transporte en una ciudad central cuando solamente un 50% de la gente que allí trabaja viene de ciudades aledañas?
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