Un martes por la mañana, salí alimentar a las gallinas, alimento que ellas me agradecieron demasiado, luego, debía ir a ver al caballo, admiraba peinar su larga cabellera de oro, brillaba al sol. Luego, caminaba por el bosque, me gustaba oler las rosas; siempre me sentaba debajo del mismo árbol y le contaba todas mis grande aventuras del día, el árbol muy amistoso asentía ante todo lo que yo le decía.
Respuesta:
Un martes por la mañana, salí alimentar a las gallinas, alimento que ellas me agradecieron demasiado, luego, debía ir a ver al caballo, admiraba peinar su larga cabellera de oro, brillaba al sol. Luego, caminaba por el bosque, me gustaba oler las rosas; siempre me sentaba debajo del mismo árbol y le contaba todas mis grande aventuras del día, el árbol muy amistoso asentía ante todo lo que yo le decía.