Decía John Steinbeck que no son las personas las que hacen los viajes, “sino los viajes los que hacen a las personas”. Los lectores de El Viajero lo han demostrado con los 1.806 relatos que han enviado para participar en el concurso Tu mejor viaje de verano. Desde León a los Andes, aventuras en las que no importa si el destino está a la vuelta de la esquina o en la otra punta del planeta. Los tres ganadores —Miguel Ángel González (primer premio), Cristina Cabrera (segundo premio) y Francisco de Paz (tercer premio)— nos llevan a una hoguera en pleno desierto de Kalahari, al cruce de pasos de cebra más vertiginoso de Tokio y al río Alberche, muy cerca de Madrid. Ahora les toca volver a viajar, con Logitravel, a las islas de Tahití, a París y a Toulouse, para vivir nuevas experiencias. En estas páginas recogemos diez relatos que se cuentan entre los más inspiradores de los recibidos. Entramos en San Isidoro de León para ver las fabulosas pinturas románicas o visitamos el glaciar argentino Perito Moreno, con su sobrecogedor acantilado de hielo milenario.
Aventura africana al lado de casa, por Francisco de Paz Tante
La ribera rebosaba umbría y misterio. Con una cuerda, yo arrastraba la barca. Surcábamos el Congo, y les advertía de los peligros que nos acechaban. Y ellos, que solo tenían cinco y ocho años, me miraban con asombro. Yo, que había leído a Conrad, buscaba a Kurtz entre los árboles. Luego, con la barca ya en el maletero del coche, mientras nos alejábamos del Alberche, en sus ojos todavía palpitaban las emociones vividas. Y yo aún sentía el estremecimiento de aquel viaje al corazón de las tinieblas.
Los años no cuentan en el desierto, por Miguel Ángel González
Los pies deformados por el camino, la piel agrietada, una sonrisa permanente que permitía ver los huecos que la pérdida de dientes había dejado. La noche, diáfana sobre el Kalahari. Cantamos, bailamos y soñamos alrededor de las brasas de la hoguera. Entonces me acerque a él. —¿Cuántos años tienes? —Depende del día, unos días me siento de 20 y otros de 50. ¿El tiempo que ha pasado desde que nací? No tengo ni idea. Pero eso, ¿a quién puede importarle?
Respuesta:
Decía John Steinbeck que no son las personas las que hacen los viajes, “sino los viajes los que hacen a las personas”. Los lectores de El Viajero lo han demostrado con los 1.806 relatos que han enviado para participar en el concurso Tu mejor viaje de verano. Desde León a los Andes, aventuras en las que no importa si el destino está a la vuelta de la esquina o en la otra punta del planeta. Los tres ganadores —Miguel Ángel González (primer premio), Cristina Cabrera (segundo premio) y Francisco de Paz (tercer premio)— nos llevan a una hoguera en pleno desierto de Kalahari, al cruce de pasos de cebra más vertiginoso de Tokio y al río Alberche, muy cerca de Madrid. Ahora les toca volver a viajar, con Logitravel, a las islas de Tahití, a París y a Toulouse, para vivir nuevas experiencias. En estas páginas recogemos diez relatos que se cuentan entre los más inspiradores de los recibidos. Entramos en San Isidoro de León para ver las fabulosas pinturas románicas o visitamos el glaciar argentino Perito Moreno, con su sobrecogedor acantilado de hielo milenario.
Aventura africana al lado de casa, por Francisco de Paz Tante
La ribera rebosaba umbría y misterio. Con una cuerda, yo arrastraba la barca. Surcábamos el Congo, y les advertía de los peligros que nos acechaban. Y ellos, que solo tenían cinco y ocho años, me miraban con asombro. Yo, que había leído a Conrad, buscaba a Kurtz entre los árboles. Luego, con la barca ya en el maletero del coche, mientras nos alejábamos del Alberche, en sus ojos todavía palpitaban las emociones vividas. Y yo aún sentía el estremecimiento de aquel viaje al corazón de las tinieblas.
Los años no cuentan en el desierto, por Miguel Ángel González
Los pies deformados por el camino, la piel agrietada, una sonrisa permanente que permitía ver los huecos que la pérdida de dientes había dejado. La noche, diáfana sobre el Kalahari. Cantamos, bailamos y soñamos alrededor de las brasas de la hoguera. Entonces me acerque a él. —¿Cuántos años tienes? —Depende del día, unos días me siento de 20 y otros de 50. ¿El tiempo que ha pasado desde que nací? No tengo ni idea. Pero eso, ¿a quién puede importarle?