John Bunyan nació en Reino Unido en 1628 y fue un famoso predicador y pastor inglés. Después de una juventud algo ligera en las costumbres y compleja y atormentada en lo espiritual, entra en la Iglesia baptista y abraza la vida religiosa. Diversas controversias le llevaron a que se le prohibiera predicar, y su carácter, poco dócil, le llevó a saltarse esas prohibiciones y ser arrestado varias veces.
En uno de sus periodos en la cárcel, escribió El progreso del peregrino, que terminó siendo un clásico de la literatura, traducido a cien idiomas y considerado el segundo libro más leído, después de la Biblia.
El progreso del peregrino es una alegoría del camino de salvación del hombre. Su protagonista, Cristiano, decide emprender un viaje desde la Ciudad de Destrucción a la Ciudad Celestial. En el camino encontrará todo tipo de obstáculos –que representan al pecado– y aprenderá lecciones importantes para adquirir las virtudes.
El cierre de salas, con motivo de la pandemia del Covid 19, no ha impedido que Bosco Films estrene, el próximo domingo de Ramos, esta cinta en su propia plataforma, donde se podrá alquilar a un precio simbólico de 3,95 euros. Hay que reconocer que la fecha es apropiada, pues estamos ante una cinta catequética y adecuada para un público infantil que, confinado como está, agradecerá cualquier material que se haya hecho pensando en ellos.
Son los niños de 5 a 11 años los que disfrutarán más con una cinta de narración bastante sencilla, pero llena de personajes y aventuras diferentes. Y, al mismo tiempo, necesitarán a los adultos para llegar a entender algo del contenido teológico de la adaptación. Precisamente para ayudar a estas explicaciones, Bosco Films ha editado una guía que, aunque quizás es excesivamente básica, puede resultar útil para las familias.
Cinematográficamente hablando, la animación es correcta, sin demasiados alardes. Sobra algo de metraje y falta un poco de ritmo. Hay algunos pasajes de transición que al público adulto le resultarán reiterativos y líneas de diálogo excesivamente didácticas que chirriarán a este mismo público. No importa demasiado, porque la película no es para ellos. Mayores y pequeños, sin embargo, disfrutarán de algunas secuencias, como la muy lograda que transcurre en la feria de las vanidades, o el emotivo final.
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John Bunyan nació en Reino Unido en 1628 y fue un famoso predicador y pastor inglés. Después de una juventud algo ligera en las costumbres y compleja y atormentada en lo espiritual, entra en la Iglesia baptista y abraza la vida religiosa. Diversas controversias le llevaron a que se le prohibiera predicar, y su carácter, poco dócil, le llevó a saltarse esas prohibiciones y ser arrestado varias veces.
En uno de sus periodos en la cárcel, escribió El progreso del peregrino, que terminó siendo un clásico de la literatura, traducido a cien idiomas y considerado el segundo libro más leído, después de la Biblia.
El progreso del peregrino es una alegoría del camino de salvación del hombre. Su protagonista, Cristiano, decide emprender un viaje desde la Ciudad de Destrucción a la Ciudad Celestial. En el camino encontrará todo tipo de obstáculos –que representan al pecado– y aprenderá lecciones importantes para adquirir las virtudes.
El cierre de salas, con motivo de la pandemia del Covid 19, no ha impedido que Bosco Films estrene, el próximo domingo de Ramos, esta cinta en su propia plataforma, donde se podrá alquilar a un precio simbólico de 3,95 euros. Hay que reconocer que la fecha es apropiada, pues estamos ante una cinta catequética y adecuada para un público infantil que, confinado como está, agradecerá cualquier material que se haya hecho pensando en ellos.
Son los niños de 5 a 11 años los que disfrutarán más con una cinta de narración bastante sencilla, pero llena de personajes y aventuras diferentes. Y, al mismo tiempo, necesitarán a los adultos para llegar a entender algo del contenido teológico de la adaptación. Precisamente para ayudar a estas explicaciones, Bosco Films ha editado una guía que, aunque quizás es excesivamente básica, puede resultar útil para las familias.
Cinematográficamente hablando, la animación es correcta, sin demasiados alardes. Sobra algo de metraje y falta un poco de ritmo. Hay algunos pasajes de transición que al público adulto le resultarán reiterativos y líneas de diálogo excesivamente didácticas que chirriarán a este mismo público. No importa demasiado, porque la película no es para ellos. Mayores y pequeños, sin embargo, disfrutarán de algunas secuencias, como la muy lograda que transcurre en la feria de las vanidades, o el emotivo final.