En una pequeña granja, vivía una niña llamada Elisa. El día de su cumpleaños, su madre decidió darle como regalo, el dinero que sacara por la venta de la leche en el mercado.
Feliz por la noticia y sobretodo por la gran cantidad de leche, que hoy habían producido sus vacas, cogió su cántaro y se marchó camino del mercado.
El camino, comenzó a imaginar, todas las cosas que podría hacer con el dinero que iba a ganar. Primero compraría huevos, de los que tendría pollitos, que pasado un tiempo, se convertirían en gallinas, a las que llevaría a vender al mercado.
Con los beneficios, compraría un cerdo, al que engordaría mucho y vendería por un buen precio, con el que tener una vaca, que producirá mucha leche, con la que tendría todo aquello que deseara.
Tan absorta estaba en sus pensamientos, que no pudo ver un pequeño agujero del camino, en el que su pie quedó atrapado, tirando sin querer su preciado cántaro al suelo, rompiéndose en mil pedazos, quedándose sin leche y sin sus sueños.
Cuando llegó a casa y le contó a su madre lo ocurrido, y con tranquilizadoras palabras, la animó a esforzarse y ser más cuidadosa en el trabajo.
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La Lechera:
En una pequeña granja, vivía una niña llamada Elisa. El día de su cumpleaños, su madre decidió darle como regalo, el dinero que sacara por la venta de la leche en el mercado.
Feliz por la noticia y sobretodo por la gran cantidad de leche, que hoy habían producido sus vacas, cogió su cántaro y se marchó camino del mercado.
El camino, comenzó a imaginar, todas las cosas que podría hacer con el dinero que iba a ganar. Primero compraría huevos, de los que tendría pollitos, que pasado un tiempo, se convertirían en gallinas, a las que llevaría a vender al mercado.
Con los beneficios, compraría un cerdo, al que engordaría mucho y vendería por un buen precio, con el que tener una vaca, que producirá mucha leche, con la que tendría todo aquello que deseara.
Tan absorta estaba en sus pensamientos, que no pudo ver un pequeño agujero del camino, en el que su pie quedó atrapado, tirando sin querer su preciado cántaro al suelo, rompiéndose en mil pedazos, quedándose sin leche y sin sus sueños.
Cuando llegó a casa y le contó a su madre lo ocurrido, y con tranquilizadoras palabras, la animó a esforzarse y ser más cuidadosa en el trabajo.
Atte: Issa.