Hace mucho tiempo había un niño que era tan lindo, como travieso; de hecho, travieso, quizás, se quede corto para describir su carácter. Digamos que era un verdadero trasto. Su nombre era Luis.
Luis simplemente no podía quedarse quieto. Este temperamento a menudo le costaba caro, especialmente en la escuela. Es posible que te preguntes por qué le sucedía esto al niño. Bueno, debes saber que los hechos que vamos a contar se remontan a mucho tiempo atrás, prácticamente a la época en que tus abuelos y abuelas también asistían al colegio.
En aquel entonces, muchos profesores tenían la costumbre de dar castigos muy severos a los alumnos que cometían algún error. Las duras lecciones de los maestros eran estas:
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Respuesta:
Hace mucho tiempo había un niño que era tan lindo, como travieso; de hecho, travieso, quizás, se quede corto para describir su carácter. Digamos que era un verdadero trasto. Su nombre era Luis.
Luis simplemente no podía quedarse quieto. Este temperamento a menudo le costaba caro, especialmente en la escuela. Es posible que te preguntes por qué le sucedía esto al niño. Bueno, debes saber que los hechos que vamos a contar se remontan a mucho tiempo atrás, prácticamente a la época en que tus abuelos y abuelas también asistían al colegio.
En aquel entonces, muchos profesores tenían la costumbre de dar castigos muy severos a los alumnos que cometían algún error. Las duras lecciones de los maestros eran estas:
Tirar de las orejas
Golpear con la regla en la palma de la mano
Poner al niño de rodillas
Llevar un gorro con orejas de burro.
Explicación: