vendedor de empanadas no leía la prensa, ni veía la televisión, pero cuidaba su humilde negocio amorosamente y con sentido común. Y su proyecto empezó a prosperar, por lo que se planteó comprar varios carros, mucho más grandes, para ampliar el volumen de ventas. ¡Estaba tan entusiasmado!
No tardó en compartir esta idea con su hijo, un economista brillante que pronto le acusó de ser un inconsciente: “Padre, ¿no sabe que estamos entrando en una gran crisis económica? Debería ser más precavido y empezar a ahorrar plata porque se vienen tiempos difíciles.” Y el vendedor pensó que su hijo, un experto en números y bien informado, tendría razón, así que empezó a reducir gastos: dejó de hacer publicidad, compró ingredientes de peor calidad, y eliminó de su oferta las empanadas con el relleno más costoso. Y las ventas comenzaron a caer… ¿Por qué nadie quería ya sus empanadas? Su reflexión fue: “Mi hijo tenía razón. Ciertamente estamos viviendo una crisis tremenda…”.
Podemos extraer varias conclusiones de este cuento (y una de ellas NO es que debemos ignorar los consejos de los hijos). Ocurre que con frecuencia topamos con factores externos que nos infunden miedo y bloquean nuestro poder de decisión. Las personas, tanto en el ámbito personal como laboral, tenemos una gran capacidad de crearnos nuestras propias crisis, ¡como si no tuviésemos suficiente con las que nos vienen impuestas!
A veces no somos conscientes de que cada paso que damos, por minúsculo que sea, tiene un impacto importante en el siguiente. Nuestras decisiones son poderosas e implican un suculento cóctel de emociones: los aciertos te proporcionarán satisfacción, y los errores, experiencia; la felicidad va ligada a los logros; la humildad, a la caída; la fortaleza, al reconocimiento del error y la rectificación. ¡Y todas ellas son esenciales para crecer!
Respuesta:
vendedor de empanadas no leía la prensa, ni veía la televisión, pero cuidaba su humilde negocio amorosamente y con sentido común. Y su proyecto empezó a prosperar, por lo que se planteó comprar varios carros, mucho más grandes, para ampliar el volumen de ventas. ¡Estaba tan entusiasmado!
No tardó en compartir esta idea con su hijo, un economista brillante que pronto le acusó de ser un inconsciente: “Padre, ¿no sabe que estamos entrando en una gran crisis económica? Debería ser más precavido y empezar a ahorrar plata porque se vienen tiempos difíciles.” Y el vendedor pensó que su hijo, un experto en números y bien informado, tendría razón, así que empezó a reducir gastos: dejó de hacer publicidad, compró ingredientes de peor calidad, y eliminó de su oferta las empanadas con el relleno más costoso. Y las ventas comenzaron a caer… ¿Por qué nadie quería ya sus empanadas? Su reflexión fue: “Mi hijo tenía razón. Ciertamente estamos viviendo una crisis tremenda…”.
Podemos extraer varias conclusiones de este cuento (y una de ellas NO es que debemos ignorar los consejos de los hijos). Ocurre que con frecuencia topamos con factores externos que nos infunden miedo y bloquean nuestro poder de decisión. Las personas, tanto en el ámbito personal como laboral, tenemos una gran capacidad de crearnos nuestras propias crisis, ¡como si no tuviésemos suficiente con las que nos vienen impuestas!
A veces no somos conscientes de que cada paso que damos, por minúsculo que sea, tiene un impacto importante en el siguiente. Nuestras decisiones son poderosas e implican un suculento cóctel de emociones: los aciertos te proporcionarán satisfacción, y los errores, experiencia; la felicidad va ligada a los logros; la humildad, a la caída; la fortaleza, al reconocimiento del error y la rectificación. ¡Y todas ellas son esenciales para crecer!
Explicación:
espero que te ayude