Los juegos populares, también llamados de tradición, mantienen viva la memoria lúdica de una región; fortalecen las destrezas, habilidades, valores y actitudes necesarias para un desarrollo integral; propician los vínculos, es decir, la relación con los demás; enseñan a los niños a ser solidarios, a compartir, a esperar su turno, a valorar el rol del otro, a establecer relaciones fuertes y duraderas, a ser felices.Con esas palabras, Carmenza Botero, directora de Malaquita Proyecto Musical, define los juegos que sus abuelos les enseñaron a sus padres, sus padres a ella y ella a sus hijos.?Es triste ver cómo todas estas connotaciones explícitas en los juegos tradicionales, tan importantes en el desarrollo de la infancia, se pierden cuando el niño se limita a jugar con una máquina?, dice Botero al hacer referencia al auge de los juegos tecnológicos. Si bien estos realizan un aporte importante al sistema visual y auditivo, jamás serán tan enriquecedores como las rondas o las tradicionales ?escondidas? y ?la gallina ciega?. ?Estudios señalan que las actividades motoras clásicas estimulan el 95 por ciento de la respuesta neuronal kinestésica ?aprendizaje mediante sensaciones o movimientos percibidos a través del tacto, gusto u olfato??, según Liliana Zambrano, psicóloga especialista en Programación Neurolingüística. Un niño que se divierte la mayor parte de su tiempo con las canicas, el ?yo-yo?, ?la coca? o juegos como ?de La Habana viene un barco? y ?el puente está quebrado?, por mencionar algunos ejemplos, tiene un desarrollo físico y mental mucho mejor que aquel que permanece sentado, ejercitando muy pocos músculos y con la mirada fija ante un videojuego.
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Los juegos populares, también llamados de tradición, mantienen viva la memoria lúdica de una región; fortalecen las destrezas, habilidades, valores y actitudes necesarias para un desarrollo integral; propician los vínculos, es decir, la relación con los demás; enseñan a los niños a ser solidarios, a compartir, a esperar su turno, a valorar el rol del otro, a establecer relaciones fuertes y duraderas, a ser felices.Con esas palabras, Carmenza Botero, directora de Malaquita Proyecto Musical, define los juegos que sus abuelos les enseñaron a sus padres, sus padres a ella y ella a sus hijos.?Es triste ver cómo todas estas connotaciones explícitas en los juegos tradicionales, tan importantes en el desarrollo de la infancia, se pierden cuando el niño se limita a jugar con una máquina?, dice Botero al hacer referencia al auge de los juegos tecnológicos. Si bien estos realizan un aporte importante al sistema visual y auditivo, jamás serán tan enriquecedores como las rondas o las tradicionales ?escondidas? y ?la gallina ciega?. ?Estudios señalan que las actividades motoras clásicas estimulan el 95 por ciento de la respuesta neuronal kinestésica ?aprendizaje mediante sensaciones o movimientos percibidos a través del tacto, gusto u olfato??, según Liliana Zambrano, psicóloga especialista en Programación Neurolingüística. Un niño que se divierte la mayor parte de su tiempo con las canicas, el ?yo-yo?, ?la coca? o juegos como ?de La Habana viene un barco? y ?el puente está quebrado?, por mencionar algunos ejemplos, tiene un desarrollo físico y mental mucho mejor que aquel que permanece sentado, ejercitando muy pocos músculos y con la mirada fija ante un videojuego.