Con arrogancia y soberbia, una liebre se burlaba constantemente de una tortuga por su lentitud. Un día, harta de las agresiones, la tortuga le propuso correr una carrera para ver cuál de las dos era más veloz. La liebre, entre risas, aceptó la propuesta.
Finalmente, llegó el día de la carrera y todos los animalitos del bosque se acercaron a la línea de partida para ver la competencia. Apenas se escuchó la señal, la liebre salió corriendo a toda prisa. Mientras tanto, la tortuga, con su paso lento pero constante, avanzó por la pista, en la que su competidora no había dejado otro rastro que el polvo que levantaron sus ágiles patas al correr.
Relajada y orgullosa por su desempeño, la liebre decidió tomar una siesta cuando le faltaba poco para llegar a la meta, pero ya daba por descontado que sería la ganadora. El problema fue que se quedó dormida. Cuando se despertó, exaltada, vio a lo lejos que la tortuga estaba a dos pasitos de la línea de llegada. Corrió con todas sus fuerzas, pero cuando alcanzó la meta ya era tarde. La tortuga había ganado y era aplaudida y ovacionada por todo el público.
Moraleja: La vanidad y el exceso de confianza nos pueden jugar una mala pasada. Nunca te burles de los demás por no tener tus mismas habilidades, porque seguramente tienen otras igual de valiosas. La perseverancia y la constancia rinden sus frutos.
Respuesta:
La liebre y la tortuga
Con arrogancia y soberbia, una liebre se burlaba constantemente de una tortuga por su lentitud. Un día, harta de las agresiones, la tortuga le propuso correr una carrera para ver cuál de las dos era más veloz. La liebre, entre risas, aceptó la propuesta.
Finalmente, llegó el día de la carrera y todos los animalitos del bosque se acercaron a la línea de partida para ver la competencia. Apenas se escuchó la señal, la liebre salió corriendo a toda prisa. Mientras tanto, la tortuga, con su paso lento pero constante, avanzó por la pista, en la que su competidora no había dejado otro rastro que el polvo que levantaron sus ágiles patas al correr.
Relajada y orgullosa por su desempeño, la liebre decidió tomar una siesta cuando le faltaba poco para llegar a la meta, pero ya daba por descontado que sería la ganadora. El problema fue que se quedó dormida. Cuando se despertó, exaltada, vio a lo lejos que la tortuga estaba a dos pasitos de la línea de llegada. Corrió con todas sus fuerzas, pero cuando alcanzó la meta ya era tarde. La tortuga había ganado y era aplaudida y ovacionada por todo el público.
Moraleja: La vanidad y el exceso de confianza nos pueden jugar una mala pasada. Nunca te burles de los demás por no tener tus mismas habilidades, porque seguramente tienen otras igual de valiosas. La perseverancia y la constancia rinden sus frutos.
Explicación:
corona