Pero además de Shams – i Tabrīzi, Rūmī se refiere insistentemente a El Amado. No he entendido que se traten del mismo objeto de amor. Mientras el maestro sufí es tenido como una gran luz que ilumina el camino, el amado es a donde lleva el camino. El amor hacia el amado es el camino que hace descubrir, quitar el velo. El camino es un camino de regreso hacia “eso que la imaginación nunca ha concebido, que el entendimiento nunca ha visto”.
Los poemas de Rūmī insisten en que la vida en el mundo es solo un momento y una suerte de envoltorio que contiene. El cuerpo, un contenedor, una cárcel del alma. Más allá de sus límites estaría un todo al que podríamos llegar (regresar). Este amor implica superar la voluntad, despojándose de ella. Implica abandonar el ego.
Por lo menos, hay que comentar dos cosas. La primera, si finalmente regresamos a ese océano del cual nos hemos evaporado hacia una vida y hacia el cuál volveremos por alguno de sus afluentes ¿hay alguna prisa por regresar? ¿Para qué buscar ver de cerca eso a lo que se volverá? Tal vez el objetivo no es ni volver prematuramente, ni ver la fuente. Tal vez es solo saberse embarcado en un afluente. Parece poco, pero conocer “La Verdad” en vida ha sido uno de los principales anhelos de la humanidad. ¿Cuál es la verdad de la existencia? Esa es la pregunta mística que intenta contestar. La segunda, la máxima muestra de voluntad sería tener la voluntad de renunciar a la voluntad. “El que no ha escapado de la voluntad, no tiene voluntad” (2016: 61). En un poema, Rūmī escribe que el amor es la renuncia a la voluntad.
La danza giratoria de los derviches Mevlevis, de la que Rūmī es fundador, simboliza la extenuante búsqueda del amado, de La Verdad. Ese girar y girar es una disolución, una fuerza centrífuga que aleja a tu yo del centro, dejando ese lugar libre, dejándolo fértil para que algo más crezca. Es un torbellino que barre con todo, incluso con la razón. Solo después La Verdad aflora.
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Respuesta: RESEÑA de El Amado
El Amado
Pero además de Shams – i Tabrīzi, Rūmī se refiere insistentemente a El Amado. No he entendido que se traten del mismo objeto de amor. Mientras el maestro sufí es tenido como una gran luz que ilumina el camino, el amado es a donde lleva el camino. El amor hacia el amado es el camino que hace descubrir, quitar el velo. El camino es un camino de regreso hacia “eso que la imaginación nunca ha concebido, que el entendimiento nunca ha visto”.
Los poemas de Rūmī insisten en que la vida en el mundo es solo un momento y una suerte de envoltorio que contiene. El cuerpo, un contenedor, una cárcel del alma. Más allá de sus límites estaría un todo al que podríamos llegar (regresar). Este amor implica superar la voluntad, despojándose de ella. Implica abandonar el ego.
Por lo menos, hay que comentar dos cosas. La primera, si finalmente regresamos a ese océano del cual nos hemos evaporado hacia una vida y hacia el cuál volveremos por alguno de sus afluentes ¿hay alguna prisa por regresar? ¿Para qué buscar ver de cerca eso a lo que se volverá? Tal vez el objetivo no es ni volver prematuramente, ni ver la fuente. Tal vez es solo saberse embarcado en un afluente. Parece poco, pero conocer “La Verdad” en vida ha sido uno de los principales anhelos de la humanidad. ¿Cuál es la verdad de la existencia? Esa es la pregunta mística que intenta contestar. La segunda, la máxima muestra de voluntad sería tener la voluntad de renunciar a la voluntad. “El que no ha escapado de la voluntad, no tiene voluntad” (2016: 61). En un poema, Rūmī escribe que el amor es la renuncia a la voluntad.
La danza giratoria de los derviches Mevlevis, de la que Rūmī es fundador, simboliza la extenuante búsqueda del amado, de La Verdad. Ese girar y girar es una disolución, una fuerza centrífuga que aleja a tu yo del centro, dejando ese lugar libre, dejándolo fértil para que algo más crezca. Es un torbellino que barre con todo, incluso con la razón. Solo después La Verdad aflora.
Espero que te ayude (✿◡‿◡)