Existe un virtual consenso en la historiografía nacional en datar el surgimiento de los debates sobre la «cuestión social» en Chile durante la década de 1880. Los historiadores coinciden en señalar que el término «cuestión social» no nació en estas latitudes, sino con anterioridad en Europa, acuñado por intelectuales y reformadores sociales. Los primeros escritos en los cuales este concepto aparece utilizado en nuestro país corresponderían también a la misma década2.
Determinar la forma y el momento en que se fue elaborando y haciendo habitual el empleo de dicho término en Chile puede ser un ejercicio útil para el conocimiento de nuestra historia, en particular en lo relativo a las representaciones ideológicas que construyen las distintas clases, grupos sociales y líderes de opinión.
Una primera dificultad metodológica para el logro de este objetivo reside en el uso de una definición que dé cuenta adecuadamente del fenómeno. Tal vez la fórmula más precisa para el caso chileno es la elaborada por el historiador norteamericano James O. Morris quien, al estudiar el período comprendido entre mediados de la década de 1880 y los años 1920, ha descrito la «cuestión social» como la totalidad de:
«...consecuencias sociales, laborales e ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes: una nueva forma dependiente del sistema de salarios, la aparición de problemas cada vez más complejos pertinentes a vivienda obrera, atención médica y salubridad; la constitución de organizaciones destinadas a defender los intereses de la nueva «clase trabajadora»; huelgas y demostraciones callejeras, tal vez choques armados entre los trabajadores y la policía o los militares, y cierta popularidad de las ideas extremistas, con una consiguiente influencia sobre los dirigentes de los trabajadores».3
Si aceptamos esta definición, concluiremos rápidamente que la «cuestión social», entendida como un conjunto de problemas típicos de las sociedades capitalistas, surgió en Chile poco antes de 1880, coincidiendo con el primer proceso industrializador, cuyo punto de partida se sitúa en la década de 1860. La maduración del fenómeno, hasta alcanzar las características descritas por Morris, tomó varias décadas. Probablemente, sólo hacia fines del siglo XIX o comienzos del siglo XX, el conjunto de elementos señalados por este historiador estaban presentes en la realidad chilena. La construcción del concepto también emerge como una realidad paralela a las mutaciones económicas y sociales de esa época. Es claro que durante la década de 1880 los analistas nacionales logran definir la existencia de una «cuestión social».
Pero antes de ese decenio, ¿no había una «cuestión social» en Chile?, ¿no se debatía en el seno de la élite, y también en algunos segmentos del mundo popular, sobre la existencia de graves problemas que se arrastraban desde largo tiempo, constituyendo verdaderas lacras y cuyo origen era atribuido a defectos estructurales de la comunidad nacional, a la propagación de ideologías disolventes o a factores coyunturalmente negativos, como el comportamiento de ciertas clases o grupos, que por su miopía, egoísmo o imprevisión introducían serias deformaciones en el cuerpo social?
Las fuentes seleccionadas en este libro entregan una imagen más matizada acerca del surgimiento de la «cuestión social», tanto como dato de la realidad objetiva, como concepto teórico y construcción ideológica sostenida por distintos grupos e individuos en su visión de la realidad nacional. Algunos de estos textos sorprenden en más de un sentido. Encontrar, por ejemplo, a un franciscano revolucionario durante la Patria Vieja haciendo una lectura «clasista» de los problemas del país, según la cual la acción explotadora y opresora de la aristocracia es la causa de la miseria de los sectores populares, puede asombrar a quienes tengan una imagen rígida sobre el punto de partida de las reflexiones acerca de la «cuestión social». Descubrir, por ejemplo, mucho antes de 1880, abundantes meditaciones en la prensa chilena sobre los problemas sociales (condiciones de vida, salarios, emigración de peones al extranjero, mendicidad, inquilinaje, mantención del orden social, situación y relaciones entre las diferentes clases, etc.), permite introducir matices importantes en nuestra comprensión del surgimiento de los debates sobre este problema.
Respuesta:
Explicación:
Existe un virtual consenso en la historiografía nacional en datar el surgimiento de los debates sobre la «cuestión social» en Chile durante la década de 1880. Los historiadores coinciden en señalar que el término «cuestión social» no nació en estas latitudes, sino con anterioridad en Europa, acuñado por intelectuales y reformadores sociales. Los primeros escritos en los cuales este concepto aparece utilizado en nuestro país corresponderían también a la misma década2.
Determinar la forma y el momento en que se fue elaborando y haciendo habitual el empleo de dicho término en Chile puede ser un ejercicio útil para el conocimiento de nuestra historia, en particular en lo relativo a las representaciones ideológicas que construyen las distintas clases, grupos sociales y líderes de opinión.
Una primera dificultad metodológica para el logro de este objetivo reside en el uso de una definición que dé cuenta adecuadamente del fenómeno. Tal vez la fórmula más precisa para el caso chileno es la elaborada por el historiador norteamericano James O. Morris quien, al estudiar el período comprendido entre mediados de la década de 1880 y los años 1920, ha descrito la «cuestión social» como la totalidad de:
«...consecuencias sociales, laborales e ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes: una nueva forma dependiente del sistema de salarios, la aparición de problemas cada vez más complejos pertinentes a vivienda obrera, atención médica y salubridad; la constitución de organizaciones destinadas a defender los intereses de la nueva «clase trabajadora»; huelgas y demostraciones callejeras, tal vez choques armados entre los trabajadores y la policía o los militares, y cierta popularidad de las ideas extremistas, con una consiguiente influencia sobre los dirigentes de los trabajadores».3
Si aceptamos esta definición, concluiremos rápidamente que la «cuestión social», entendida como un conjunto de problemas típicos de las sociedades capitalistas, surgió en Chile poco antes de 1880, coincidiendo con el primer proceso industrializador, cuyo punto de partida se sitúa en la década de 1860. La maduración del fenómeno, hasta alcanzar las características descritas por Morris, tomó varias décadas. Probablemente, sólo hacia fines del siglo XIX o comienzos del siglo XX, el conjunto de elementos señalados por este historiador estaban presentes en la realidad chilena. La construcción del concepto también emerge como una realidad paralela a las mutaciones económicas y sociales de esa época. Es claro que durante la década de 1880 los analistas nacionales logran definir la existencia de una «cuestión social».
Pero antes de ese decenio, ¿no había una «cuestión social» en Chile?, ¿no se debatía en el seno de la élite, y también en algunos segmentos del mundo popular, sobre la existencia de graves problemas que se arrastraban desde largo tiempo, constituyendo verdaderas lacras y cuyo origen era atribuido a defectos estructurales de la comunidad nacional, a la propagación de ideologías disolventes o a factores coyunturalmente negativos, como el comportamiento de ciertas clases o grupos, que por su miopía, egoísmo o imprevisión introducían serias deformaciones en el cuerpo social?
Las fuentes seleccionadas en este libro entregan una imagen más matizada acerca del surgimiento de la «cuestión social», tanto como dato de la realidad objetiva, como concepto teórico y construcción ideológica sostenida por distintos grupos e individuos en su visión de la realidad nacional. Algunos de estos textos sorprenden en más de un sentido. Encontrar, por ejemplo, a un franciscano revolucionario durante la Patria Vieja haciendo una lectura «clasista» de los problemas del país, según la cual la acción explotadora y opresora de la aristocracia es la causa de la miseria de los sectores populares, puede asombrar a quienes tengan una imagen rígida sobre el punto de partida de las reflexiones acerca de la «cuestión social». Descubrir, por ejemplo, mucho antes de 1880, abundantes meditaciones en la prensa chilena sobre los problemas sociales (condiciones de vida, salarios, emigración de peones al extranjero, mendicidad, inquilinaje, mantención del orden social, situación y relaciones entre las diferentes clases, etc.), permite introducir matices importantes en nuestra comprensión del surgimiento de los debates sobre este problema.