tahirpashov2249
Hay pequeñas y grandes epopeyas. Nos acompañan desde la noche de los tiempos. Y aunque algunos quieran olvidarlo, hoy persiste esa misma devoción por los héroes que en la antigüedad mostraban los oyentes y recitadores de poemas como el Mahabharata, el Ramayana, la Ilíada o la Odisea. El lector de El Señor de los Anillos o el espectador de la teleserie Juego de Tronos siente emociones parecidas a ese antepasado nuestro que se conmovía, hace siglos, con las Argonáuticas de Apolonio de Rodas o la Farsalia de Lucano. En realidad, la estirpe que conduce a la épica moderna se ramifica en un árbol genealógico que alberga creaciones prodigiosas, como el Cantar de los Taira japonés, el Popol Vuh o Libro del consejo Quiche, el Beowulf o el Kalevala.
El lector de El Señor de los Anillos o el espectador de la teleserie Juego de Tronos siente emociones parecidas a ese antepasado nuestro que se conmovía, hace siglos, con las Argonáuticas de Apolonio de Rodas o la Farsalia de Lucano.
En realidad, la estirpe que conduce a la épica moderna se ramifica en un árbol genealógico que alberga creaciones prodigiosas, como el Cantar de los Taira japonés, el Popol Vuh o Libro del consejo Quiche, el Beowulf o el Kalevala.